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¿Porqué Yamandú mato a Garay?

La situación política en el Río de la Plata en 1580


¿ Porqué Yamandú mató a Garay ?

Inspirado en «Actualidad Política« y  El nuevo mapa del poder de Carlos Pagni

stamos en el Río de la Plata en el año 1580, poco antes de la 2ª fundación de Buenos Aires. Es el mes de Junio y vamos a hablar de cuáles son las cartas que se están barajando para resolver quien se va a quedar con el poder efectivo en la zona. Lo que en la práctica significa saber quién va a controlar la entrada y salida de las rutas marítimas que conectan la costa del Brasil y Europa con el interior de los grandes ríos Paraná y Uruguay, es decir, quien controla el acceso a las minas del Potosí y a la extraordinaria riqueza proveniente de los recursos todavía operativos del estado inka.

Es uno de los grandes temas que se vienen dirimiendo entre los grupos de poder del subcontinente, un tema que preocupa, en los Andes, a las dos casas inka en pugna, los Yupanki militaristas, hasta hace poco refugiados en la independiente Vilcabamba, y los Yupanki religiosos, instalados en Charkas y aliados desde siempre con ricos señores mineros del altiplano y desde hace algunos años también con españoles. En las tierras bajas mientras tanto es un tema igualmente preocupante para los jefes territoriales guaraníes, para sus adversarios de la alianza chana-timbú que habitan el último tramo de río Paraná y para las inestables autonomías querandíes y charrúas.

Como si esto fuera poco, del lado Europeo, el tema preocupa a comerciantes franceses e ingleses, a la banca italiana y alemana, a los emprendedores españoles y portugueses con proyectos más allá del Atlántico, quienes se espían mutuamente en su pugna por controlar el estuario del Río de la Plata, puerta de acceso al imperio inka.

Algunos dirigentes Charrúas informaban a la Banca Welser sobre como acceder al Tawantinsuyu, el primer informe llegó en 1519 1

Vamos a ver todos estos actores y cuál es el juego de los que más destacan. Veremos cuáles son los personajes relevantes y cuáles son los factores de esa contienda, algunos bastante evidentes y otros no tanto. Actores todos de un enfrentamiento que fue sin duda el duelo de la década. Iremos dando vuelta las cartas poco a poco.

Lo que interesa subrayar es que hay hechos históricos que fueron muy estridentes, y que por tanto llegaron a nuestros días con cierta claridad, reflejados en diversos documentos. Por ejemplo el Combate de San Gabriel donde el Suaj Zapicán de la nación charrúa exterminó a más de 100 militares españoles recién llegados al mando del Adelantado Juan Ortiz de Zárate o el enfrentamiento muy personal entre la autoridad religiosa local, el guaraní Karaí Yamandú con un general vasco, Jon Garai, conocido en el río de la Plata como Juan de Garay. Un duelo que terminó con la muerte del vasco a manos de sicarios minuanos enviados por Yamandú.

Pero también vamos a hablar de un tema que no es tan estridente, que no tiene ese voltaje en cuanto a emoción, pero que es sin embargo estratégico: se trata de las intenciones de los grupos de poder establecidos en los Andes -inka, aymara y español- los cuales compartían ciertos objetivos moviéndose entre ciertos límites que, en conjunto, los llevaba a actuar en una misma dirección. Unos para sustentar el modelo económico andino aún vigente y otros para iniciar la transición hacia un modelo nuevo. No olvidemos que muchos nobles andinos quechua o aymara, inmensamente ricos, apostaron por el cambio que implicaba la presencia de los europeos y buscaron su reconocimiento, revalidando sus títulos de nobleza y privilegios, aportando no sólo su know how sino incluso contingentes armados y financiación directa en metálico.

Por tanto, veremos cómo se mueven personajes variopintos con intereses diversos como la Princesa Inka Leonor Yupanki Palla, socia comercial y esposa del Adelantado del Río de la Plata, Juan Ortiz de Zárate, o el mallku Ayawiri Kuysara noble del Reino Qara Qara, propietario de importantes bocas de minas en Potosí y uno de los diseñadores de la transición hispano-inka, o también del clan de los Ingas Wallpa Roca conocedores de los resortes del estado andino e incluso del mismo Virrey Francisco de Toledo, encomendado por la corona española para a transformar el imperio en un virreinato. Todos ellos tenían algo en común: necesitaban que la personas a quienes respondían estuvieran satisfechas de su acción política.

El poder en América, una permanente negociación

En la primera mitad del siglo XVI, aunque por distintos motivos, ni las autoridades nativas ni las europeas ejercían un poder autoritario sobre el resto de la sociedad sino que su poder dependía de un complejo entramado de alianzas, fidelidades, negociaciones y traiciones. Se trataba de un juego muy dinámico y volátil, en el cual participaban señores étnicos, comunidades de campesinos andinos, sociedades de guerreros de las tierras bajas, antiguos funcionarios del estado inka que todavía eran imprescindibles para la administración, nuevos funcionarios mestizos de la incipiente colonia, viejos conquistadores reciclados en encomenderos y ex-colonos del estado inka transformados en bandoleros.

Esta forma consensuada y dinámica de ejercer el poder era compartida tanto por las élites gobernantes autóctonas como por los recién llegados europeos. Los primeros por su tradición cultural, los segundos obligados por las circunstancias. Los líderes nativos tenían una idea del poder fundamentada en el consenso, un patrón común en toda América en donde la idea es que el poder no reside en el que manda, sino el que obedece. Esto vamos a repetirlo porque necesitamos analizarlo para entender el proceso que queremos explicar:

En América del Sur la idea es que el poder no reside en el que manda, sino en el que obedece

Españoles reconociendo al inka según Huaman Poma. 2

En realidad este es un concepto del poder generalizado en toda la América Precolombina, que evolucionó de forma autónoma durante 40.000 años, diferenciándose claramente de Eurasia y Africa.

En las autónomas sociedades sin estado de selvas y llanuras, si el jefe político tomaba una mala decisión, en el mejor de los casos era abandonado, en el peor lo pagaba con su vida. Por eso el jefe era el portavoz de la sociedad pero su voluntad estaba sometida a permanente aprobación del resto. Por eso Zapicán  el gran líder charrúa que en la batalla de San Gabriel se enfrenta al Adelantado Juan Ortiz de Zárate no se presenta como como jefe absoluto, sino como «Estandarte» del resto de combatientes. [ 20. Véase «La Argentina» de Martín Barco de Centenera, cuando dice » Lleva entre esta gente el estandarte delante del cacique que es su tío, Abayubá. mancebo muy lozano y su tío se nombra Zapicano.» Canto X, Pg. 90 ] .

Hasta el mismo inka, estando en la cúspide del poder debía “rogar” a los señores étnicos y otras panakas inka que apoyaran sus decisiones y por ello, para contentarlos, tenía que mostrarse persuasivo y generoso. En este sentido el inka, aunque acérrimo enemigo de los guaraníes, compartía con ellos y con el resto de los modelos políticos de las tierras bajas la misma concepción del poder basado, en la idea de que “el que manda es el que obedece”. El jefe guaraní, el jefe chaná, querandí o charrúa, todos, eran realmente portavoces de la comunidad, inmersos siempre en la negociación y búsqueda del consenso. Y el respaldo era dado a cambio de la prodigalidad del líder. Para el inka esto era igual a un estado benefactor que redistribuía. Para las sociedades de las tierras bajas sin estado, era igual a un jefe que servía a los demás.

Por otro lado los dirigentes peninsulares aunque portaban una idea del poder jerárquica y basada en el concepto de superioridad expresada en la autorictas latina, se encontraban en una situación de minoría lo cual los forzaba a adaptarse a los comportamientos locales. En los Andes por ejemplo los penisnulares no pasaban de 5.000 ante una población de 12 millones de habitantes nativos.

En el Río de la Plata la proporción de invasores era aún menor, lo cual los forzaba a recurrir permanentemente a aliados indígenas si querían consolidar su poder, esta situación en la práctica los llevo a adoptar el concepto de poder indígena, al menos durante los primeros años de la invasión. Por eso los primeros españoles en Asunción alquilaron su fuerza militar a los jefes políticos locales para atacar a los enemigos de los guaraníes, a cambio de hospedaje, comida y mujeres 3.

Por tanto nos encontramos ante dos concepciones del poder diferentes pero que en la práctica confluían en la idea de permanente negociación. 

Pero volvamos al soleado y frío Junio de 1580 a orillas del Río de la Plata. Soleado y frío, según relata alguien que estuvo allí, el cacereño Martín del Barco Centenera. Estamos en un momento de transición, muy lejos de pasada estabilidad de la Pax Incaica de principios de siglo pero al mismo tiempo muy lejos de una estructura colonial española consolidada. Ni siquiera hay demasiados caballos en las llanuras, las sociedades de la pampa todavía van a pie, cazan venados y ñandúes. En este contexto, garantizar la comunicación con Europa era un claro objetivo español, un objetivo apoyado por algunos señores étnicos andinos que habían apostado su supervivencia política al nuevo proceso colonial en ciernes en el cual participaban, a veces por fuerza y otras por conveniencia, aunque ellos claro, no le llamaban colonia sino mantener el poder.

Baste recordar que no fueron pocos los nobles inka que se mudaron a Europa, comprando propiedades, participando en política y acciones bélicas en territorio europeo y conformando un verdadero lobby andino que mantenía sus contactos con sus pares en América. Por poner un par de ejemplos, en 1563 Don Francisco Inga Atabalipa acudía a la Corte Real a “hablar de sus asuntos” con los miembros del consejo de Indias y en 1584 Don Pedro de Henao, dirigente andino del actual Ecuador realizaba su segundo viaje a la península para negociar los términos de su alianza con la corona. Ambos eran inmensamente ricos y poderosos en sus territorios y como tal los trataba la Corona Española.

En los Andes, dos grupos de poder están en pugna en cómo «abrir las puertas a la tierra», como se decía en aquella época. Quienes apostaban por un puerto en el Pacífico -como el Virrey Toledo– y quienes abogaban por un puerto en el Río de la Plata -como Leonor Yupanki y Ortiz de Zárate-. El problema para el primero era que los puertos del Pacífico estaban asediados por los corsarios ingleses y el problema para los segundos era que la boca del Río de la Plata estaba controlada por los guaraníes, a quienes también llamaban “corsarios y caribes” (caribe es un sinónimo de caníbal y viene de Karaí Pé, “Señores Caminantes”, en guaraní). Los guaraníes de las islas del Delta a diferencia de los de Paraguay y Brasil, no aceptan la presencia europea y también se habían enfrentado al ejército del Inka Tupak Yupanki cuando en 1471 exploró el Río de la Plata.

Esto último que acabamos de decir sobre Tupak Yupanki vamos a repetirlo porque se dice fácil pero tiene un peso específico propio y explica muchas cosas, incluso el mismo nombre del río al que llamaron ”de la plata”. El estado inka estableció una colonia en la costa del río Paraná a la altura de la actual ciudad de Santa Fe, en el año 1471 como consecuencia de la incursión del ejército inka al mando de Tupak Yupanki, que en ese momento aún no era Sapa Inka, es decir, no había sido coronado. Lo sabemos porque los hechos fueron registrado en kipus como parte de la contabilidad del estado y luego transcriptos al español por Juan de Betanzos a quien la corona le encomendó coordinar un equipo de funcionarios inka y españoles que transfiriera la documentación administrativa del imperio a registros en papel.

Así, sabemos que se establecieron alianzas con los líderes chaná-timbú. Y a partir de esa fecha se van a ir implantando tecnologías andinas a orillas del Paraná, tales como técnicas de cría de camélidos, cultivo de maíz y comercio de herramientas y bienes suntuarios de cobre y plata. Precisamente la plata que va a encontrar Sebastián Caboto y otros navegantes europeos y que va a ser la razón de su establecimiento en la zona. Además se van a implantar colonias de funcionarios estatales inka -los mitmatkuna– sobre todo Juríes cuya área de circulación va desde el Paraná, hasta Tarija a través del Tucumán.

Estos funcionarios santiagueños -su capital estaba entre los ríos Dulce y Salado- eran colocados por el estado inka en guarniciones agrícolas con el fin de contener los ataques guaraníes, en Maquijata -Santiago del Estero- a solo 370 kilómetros del río Paraná había un gran centro religioso industrial donde cientos de monjas incaicas producían tejidos para las provincias del sur del imperio, protegidas por guarniciones andinas. En ese centro, los arqueólogos han encontrado la presencia de cerámica chaná-timbú, es de cid, de pescadores paranaenses, conviviendo con cerámica inca.

El camino que atravesaba la ciudad unía el puerto paranaense de Carcarañá con la ciudad de Potosí y todavía lo usamos hoy en día. Incluso en fechas tardías como 1650, ya en plena colonia española, la vieja abadesa de esas religiosas incaicas, una mujer llamada Ynes al morir va a legar en su testamento los símbolos de su orden en su condición de Madre Superiora de las Acllakuna, las monjas tejedoras del inka. Eso significa que en las fechas que estamos hablando, es decir, en 1580, poco antes de la fundación de Buenos Aires, a pesar del colapso al que estaba sometido el imperio, en Santiago del Estero seguía funcionando una Acllahuasi, la casa de las vírgenes del sol. Mientras a 370 km de allí, las grandes canoas guaraníes navegaban el Paraná.

 

 

Para un guaraní no hay nada mejor que otro guaraní

 

Los competidores comerciales de los guaraníes en las aguas del río Paraná eran los chaná-timbú, y su alianza con el estado inka no fue bien vista por los guaraníes locales, que desde hacia 100 años procuraban ser la fuerza hegemónica del territorio que ellos denominaban “Paraná Guazú”, el “Gran Pariente del Mar”. Estos guaraníes que permanentemente atacaban las fronteras del imperio inka, localmente se autodenominaban Chandú o guaraníes de las islas, por tener sus comunidades asentadas en las islas del delta, en la boca del Río de la Plata. Que los inkas se aliaran con los chaná-timbú y que en las costas del Paraná comenzaran a aparecer personajes andinos, ofreciendo tejidos, plateria, maíz y llamas, no les hizo ninguna gracia.

Porque los Chandu pretendían ser la fuerza dominante en el Parana Guazú. ellos son quienes 60 años antes habían asesinado a Juan Díaz de Solís, Piloto Mayor de España, por cierto, en un golpe terrible para España, pues Solís era el responsable de la estrategia de exploración de la corona española en todo el mundo. Expertos en guerra psicológica, los Chandú se comieron a Solís en un asado ceremonial frente a su tripulación, que miraba horrorizada desde el barco. Fue una acción propagandística que difundió por Europa la idea de que el Río de la Plata –El Argentino, como le llamaba Del Barco Centenera– era una tierra sumamente peligrosa. Y son estos Chandú, los mismos que años después van a quemar las naves mercantes que la banca alemana envía para comerciar con el Inka  en la expedición de Pedro de Mendoza, en 1536, incendiando esa cabeza de playa fallida que pasó a la historia como “primera fundación de Buenos Aires”.

Por tanto, queda claro que los Chandú en 1580 continúan representando el poder real en el Río de la Plata. Están distribuidos en varias ciudades de unos 3.000 habitantes cada una, federados en una guara o “Provincia de Chandules” cuya mayor concentración demográfica esta en torno a la ciudad de Ygapopé, actual ciudad de Tigre en la boca del Delta, sobre el río Luján, un río considerado sagrado, incluso por los argentinos actuales que tienen en sus orillas el santuario de la Virgen de Luján uno de los principales centros de culto. Los chandú, al igual que el resto de los guaraníes,  se consideraban a sí mismos el centro del mundo, autodenominándose «Ava Katu Eté», la auténtica humanidad, y estableciendo una diferencia tajante entre quienes compartían su modo de ser,  el «teko marangatú», con el resto de la humanidad.

Esto sin embargo no va a impedir que se coman unos a otros. En 1580, los guaraníes practican el endocanibalismo ritual, esto es, dentro de su propia cultura, dado que para ellos, si comulgas la carne de un gran guerrero guaraní incrementas tu propio poder personal, incorporando a tu cuerpo ese poder. Para comulgar con el cuerpo de un guerrero capturado se celebraba un gran asado ritual mediante el cual los asistentes aumentaban sus posibilidades de alcanzar el Aguyé, la perfección personal y el paraíso. Exagerando un poco, podríamos decir que para un guaraní no hay nada mejor que (comerse a) otro guaraní.

Políticamente los mburuvichás o jefes territoriales de la ciudades guaraníes comparten lengua, cultura e intereses globales pero no siempre están de acuerdo entre ellos, de hecho están inmersos en un permanente ciclo de enfrentamientos inter-guaraní independientemente de que desde afuera se los vea a todos como un todo. Esto es muy importante para entender porque algunos líderes apoyan a los españoles y otros los enfrentan. Cada jefe representaba de 500 a 1.000 combatientes, según el tamaño de su tava o ciudad. Vendrían a ser lo queel escritor  Jorge Asís hoy en día llama los “mini gobernadores”, líderes rioplatenses de un territorio acotado, ideológicamente cercanos entre sí, pero en permanente pugna interna. En la década de los ‘70 del siglo XVI estaban coordinados desde la más poblada de esas ciudades, Ygapopé, donde residía el consejo formado por notables como Gran Fuego, Aguará y el propio Karaí Yamandú, éste último, un profeta conocido como “Luz que ilumina el mundo”, que actuaba como cabeza visible en la toma de decisiones, representando a todos los demás.

Aunque los chandú mantenían contacto con sus pares de Brasil, Paraguay y Bolivia, no siempre actuaban en conjunto, sino bajo sus propios intereses locales. Es decir, compartían el Tekó Marangatú, el “modo de ser guaraní”, pero no siempre los intereses políticos. Podían acordar emprendimientos importantes y largos como por ejemplo un ataque a la Alianza Chana-Timbu de Santa Fé o incluso a las lejanas  fronteras del imperio inka, pero terminada la incursión, volvían a enfrentarse entre ellos.

A diferencia de los guaraníes de Brasil y Paraguay que ya tenían españoles, portugueses y franceses viviendo con ellos desde principios de siglo, los guaraníes argentinos, salvo casos individuales, eran reacios a permitir el asentamiento de extranjeros. Y su propósito en el momento que nos encontramos va a ser impedir el establecimiento masivo de “cristianos”, sean peninsulares o mestizos hispano-guaraníes del Paraguay. En palabras de Yamandu registradas por Barco Centenera, «Que se escuche en España nuestro grito. Guerra al cristiano, hasta que no quede de él un hueso sano”.

La ciudad de Ygapopé, que en guaraní significa “Camino de los Remeros” traducción española conque todavía se conoce el lugar cerca de la actual ciudad de Tigre, era la mayor concentración demográfica de la zona. Barco Centenera que la visitó dice “…en Igapope que era un gentío” residían los principales jefes guaraníes, es decir que era la sede de los responsables del poder local.

En el Río de la Plata las ciudades guaraníes estaban rodeadas de querandíes y charrúas

Parea cerrar el cuadro digamos que ese poder hegemónico guaraní estaba sin embargo condicionado por las sociedades de las llanuras -querandíes y charrúas- quienes controlaban los pastizales pampeanos adyacentes a ambos lados del río Parana y que rodeaban a las ciudades guaraníes. Los líderes de Ygapopé tenían que tener en cuenta a estos grupos, pues según a quien apoyaran podían desestabilizar o no a la ciudad. Vemos aquí nuevamente que el poder debía ser consensuado, pues a pesar de su fuerte ethos guerrero y de su aspiración de hegemonía los guaraníes, tenían que negociar con los líderes de las llanuras que rodeaban sus ciudades.

Enseguida vamos a ver que esto fue muy importante para el desarrollo de los acontecimientos, así que conviene repetirlo. En el Río de la Plata las ciudades guaraníes estaban rodeadas de querandíes y charrúas, Y había que tenerlos en cuenta. Ellos eran para la época, lo que hoy llamamos “líderes del conurbano”.

Y llegan los Muchachos de Garay

 

La Alianza Hispano-Karihó. De mamá guaraní y papá español sale hijo montés, montañés, mancebo de la tierra…criollo

Así las cosas, a principio de 1573 llega al Paraná Guazú un noticia muy relevante y es  que un grupo de “mancebos de la tierra” del Paraguay bajo el liderazgo de Juan de Garay tiene la intención de ocupar tierras Chandú. Garay perteneciente al clan vasco-quechua de los Ortiz de Zarate-Yupanqui, ha viajado desde la ciudad de Chuquisaca capital del Reino de Charka a las tierras bajas a negociar sobre el terreno con quienes controlan las tierras que rodean la boca del Río de la Plata, por tanto,  Garay viene concientemente a reemplazar el poder Inka,  pero la novedad es que se presenta acompañado de guaraníes-karihó de Asunción, para negociar primero con la Alianza Chana-Timbú de Santa Fé y después con las diversas autonomías querandí.

El plan se urdió en Chuquisaca, hoy Sucre, en casa de los Zárate-Yupanki, con la anuencia de los Ingas Wallpa Roca y del poderoso Mallku Ayawiri Kuysara, un multimillonario gran señor de los Qara Qara, que la antropología andina conoce por haber financiado diversos proyectos del Rey de España, ayudas que aportó en dinero contante y sonante denominado en la época  «servicio gracioso a su Majestad» contra Ingleses, guaraníes y otros «Infieles».  La idea era abrir un puerto en el Río de la Plata y asi bloquear el proyecto del Virrey Toledo que quería hacerlo por Arica, por la ruta Pacífico-Panamá-Atlántico. Kuysara en cambio apoyaba la idea de hacerlo a través del Qhapak Ñan, el camino inka, donde él podía aportar recursos.  Loas Qara Qara tenían tradicionales contactos con los Juríes del Reino de Tukma y los Chaná Timbu del río Paraná. Además, de esa forma Kuysara asestaba un golpe a los guaraníes que asolaban sus tierras.

Juan Ortiz de Zárate marcha a España para obtener cobertura política y va a retornar en 1573 con el título de «Adelantado del Río de la Plata» territorio que él como buen vasco se empeña en llamar «Nueva Vizcaya». También trae soldados y colonos, entre ellos a Martín del Barco Centenera a quien debemos un vívido relato de los hechos. La princesa inka Leonor Yupanki, mujer de Ortiz de Zárate viajará más tarde a España para obtener el reconocimiento de sus títulos nobiliarios y el de su hija Juana y de esa forma asegurar para su familia los futuros territorios obtenidos, una vez derrotados los guaraníes.

En este marco, Juan de Garay, que de pequeño había sido criado de los Zárate en Euskal Herría (El País Vasco), y que ahora era el jefe de operaciones, lo primero que hace es reunirse en Lambaré (Asunción) capital de los guaraníes paraguayos con sus jefes aliados. Su intención es lograr algo muy complicado y muy ambicioso, de una audacia realmente increíble, como es lograr que los jefes políticos guaraníes de Asunción se comprometan al menos a no interferir en su ataque a los Chandú del delta del Paraná. Pensemos que Garay para los guaraníes era un Tovajá, un cuñado. Su suegro es un poderoso mburuvichá guaraní de Bolivia, asentado en la frontera inka. Su primera mujer es guaraní y su hijo mayor Juan de Garay «El Mozo» un mestizo hispano-guarani,, duro combatiente que lo va a acompañar toda la campaña, siendo uno de los primeros vecinos de Buenos Aires.

Meses después de asegurarse la alianza con los mburuvichá de Asunción, baja por el río Paraná hasta El Timbú, en las actuales Santa Fe y Rosario, “El Timbu” es como llamaban los españoles al país de los chana-timbu, tradicional aliado de los señores étnicos del Alto Perú. Aquí Garay juega otra carta, pone el acento en su procedencia andina -se ha criado en los Andes, donde llegó con solo 14 años- y les propone a los líderes de la Alianza Chana-Timbu de Santa Fé y a las comunidades pampas asentadas sobre el río Paraná, los Karaí Diuhet o querandíes, que circulaban entre los Andes y el Paraná, lo mismo que le propuso a los jefes paraguayos. Que no intervengan cuando él ataque a los Chandú. A toda costa la idea de Garay es que no se repita la gran confederación rioplatense del año 1536, cuando los Chandu lograron reunir 10.000 combatientes contra la Buenos Aires de Pedro de Mendoza.

Concretamente, lo que hace Garay es poner sobre la mesa su proyecto de  fundar Buenos Aires como competidora de Ygapopé. Al fin y al cabo, Ygapopé es guaraní-chandu y su Buenos Aires será guaraní-hispana. Esto es fundamental, pues ya no se trata de una invasión europea, sino de una ciudad mestiza, apoyada desde los Andes y desde Europa, para hacer frente a la hegemonía chandú. Nos encontramos frente a un cambio de modelo. 

 

Dos rutas para el mismo negocio

ese proyecto lo importante es para quien van a jugar los líderes de las llanuras. Sin la alianza con los chaná-timbú y la no intervención de los querandí, el proyecto sería inviable. Para comprender esto tomemos por ejemplo la relación entre uno de los principales líderes querandí, Diciumpéu Lojae con Rodrigo Ortiz de Zárate,  hombre fuerte de Garay.

¿Qué negoció Diciumpéu Lojae con Rodrigo Ortiz de Zárate,? Si tenemos en cuenta el famoso «Reparto» que va a hacer Garay luego de fundar Buenos Aires, ambos estan emparejados, en el castellano de la época se decía «estar en cabeza de» y significaba que el querandí  Diciumpéu Lojae y el vasco Rodrigo Ortiz de Zárate aportaban a una sociedad común. Aquí es muy común en cierta bibliografía interpretar que el querandí se sometía al español. Esa es una situación que se va a dar años después, cuando los peninsulares consolidan su poder, pero en este momento son minoría y necesitan a los nativos. Por otro lado, en las sociedades de las tierras bajas no hay estado, no hay subordinados que aceptan que un jefe negocie a sus espaldas. Los acuerdos  fueron por mutua conveniencia solo cuando la situación se desequilibró en favor delos invasores es cuando se van a producir la ruptura de los acuerdos.

Aunque no sabemos con exactitud los términos del acuerdo concreto entre Diciumpéu Lojae y Ortiz de Zárate, por los hechos que sucedieron posteriormente,  podemos decir que los querandí aceptaron no apoyar a los chandu  cuando los mancebos de la tierra atacaran sus ciudades, por su parte, el clan de los vascos aportó ni mas ni menos que lo mismo que venían ofreciendo los inka a los pueblos de las tierras bajas cada vez que tomaban contacto con ellos: organización y bienes. No en vano los españoles se presentaban en esa época como «Hijos del Sol», en los Andes incluso se hacían llevar en andas, cuando podían. Y -no olvidemos- todos estos españoles vienen de la escuela andina, son de hecho propietarios de minas y encomiendas en los Andes y conocen la diplomacia andina con las tierras bajas.

Un encomendero español utilizando los símbolos de status inka dibujado por Huaman Poma hacia 1580.

Tradicionalmente la demanda de herramientas y otros bienes provenientes de los Andes y del Brasil era muy fuerte por parte de las sociedades rioplatenses, a la cual desde principios del siglo XVI se le sumó la demanda de manufacturas Europeas y Asiáticas. Gracias a la arqueología sabemos que las tumbas de los jefes Chana-Timbú de Santa Fé contenían cuentas de cerámica italiana y loza china, junto a tejidos y cerámica andina. Esa presencia constatable de artículos exógenos vinculados a personajes relevantes de las tierras bajas necesariamente implicó una voluntad, una intencionalidad y, si además atendemos a su dimensión política, significó acuerdos, conflictos y negociaciones. El nuevo poder emergente liderado por el clan vasco y sus aliados andinos se enmarca pues en una tradición comercial proveniente de los Andes  de allí que se entienda que se presentaran frente a los jefes de las tierras bajas como garantes y a la vez proveedores de esos bienes, los cuales, además sumaban el comercio global.

Aquí lo que estamos viendo es una propuesta concreta de parte de Garay y sus muchachos a los jefes locales no chandú, como Diciumpéu, Guardiyá, Aguarátin y otros. Era un proyecto consistente y entendible para los dirigentes nativos, que además no implicaba la ocupación de una fuerza extranjera como en el caso de la primera fundación de Buenos Aires. Porque Garay venía de los Andes y a su vez su gente hablaba guaraní. Esta vez era diferente a la primera fundación de Buenos Aires cuando una flota de 14 navíos y más de 2.000 europeos venidos directamente de España, Alemania y Grecia quisieron asentarse por la fuerza en la zona, siendo atacados por una cuádruple y mortífera alianza chana-timbu, querandi y charrúa, liderada por los guaranies Chandú. Es aquella ocasión 10.000 combatientes rodearon a los 2.000 invasores de los que solo sobrevivieron 400 que huyeron a Lambaré (Asunción).

Por el contrario esta vez los europeos eran muy pocos, la mayoría eran “mancebos de la tierra”, hijos de padre español y madre guaraní del Paraguay, con familiares incluso entre los chandú y liderados por mestizos guarani-parlantes tan arraigados y conocedores de la tierra como los mismos jefes chandú locales. Como ya dijimos el mismo Juan de  Garay, Jon Garai en euskera, aunque vasco se había criado en los andes y tenía fuertes relaciones e intereses cruzados con los nobles aymara, señores mineros de charkas que financiaban su proyecto, y conocía los protocolos diplomáticos para con las sociedades de las tierras bajas practicadas por los inka, como el intercambio de “chumbis” o tejidos ceremoniales. Muchos españoles en los andes incluso se hacían llevar en volandas y se autodenominaban “Hijos del Sol”. 

Si es importante el packaging con que se presentaba la propuesta de Garay, evidentemente eran fundamentales los contenidos de la propuesta en sí, los cuales no ponían el acento en la ocupación extranjera de la tierra sino en un oferta política y comercial basada en dos negocios complementarios. El primero era proteger el flujo tradicional de bienes andinos, siempre amenazado por los guaraníes, quienes tenían un enfrentamiento con el Tawantinsuyu Inka de escala continental. Nos referimos al flujo de ida y vuelta de bienes y personas que tradicionalmente venían realizando los chaná-timbúes del río Paraná con los mallkus bolivianos a través de los juríes y tonocotés del Reino de Tukma (Tucumán), siguiendo la ruta del Qhapak Ñan, red vial que luego los españoles llamarán “Camino Real” (no fueron nada originales, Qhapak Ñan en quichua significa precisamente eso) .

Desde tiempos precolombinos se comerciaban productos de las tierras bajas como alucinógenos, cera, miel, plantas medicinales, veneno para las flechas, canoas y cuero tratado a cambio de bienes andinos como hachas de bronce, artículos suntuarios, joyas en plata y oro, collares de nácar del Panamá, tejidos de todo tipo, ganado (llamas) y maíz de los andes. Los guaraníes querían controlar este flujo, por eso atacaban el Tawantinsuyu, la alianza quechua-hispana que representaba Garay quería mantenerlo.

El segundo negocio detrás de la fundación de Buenos Aires que interesaba a los líderes nativos eran las novedades aportadas por Europa y Oriente vía Brasil o puertos del Pacífico chileno, tales como herramientas de hierro, armas de fuego, loza italiana y china, seda de la india, caballos y perros (los señores Chana-Timbú de Santa Fé eran muy aficionados a los perros desde la llegada de Sebastián Caboto). Al igual que muchos señores étnicos tanto de los andes como de las tierras bajas, los chaná-timbú valoraban la  presencia de técnicos metalúrgicos y fabricantes de herramientas de hierro, aparte de aprovechar la contratación de sicarios europeos con armas de fuego para resolver ciertas situaciones digamos “complicadas” entre ellos mismos.

Ampliando el foco, es importante destacar que la banca europea -principalmente los Fugger y los  Welser de Augsburgo pero también los italianos y suizos- miraban con fascinación los mercados emergentes. Prueba de ello es que ya en 1536 la casa Welser había financiado dos de los barcos de Pedro de Mendoza para comerciar con los señores andinos. Barcos que por cierto, fueron quemados por los chandú con toda la mercancía dentro.  Aunque en 1556 se produjo la quiebra  del Tesoro Español decretada por Felipe II estos banqueros alemanes continuaron actuando bajo el paraguas español hasta bien entrado el siglo siguiente.

Esto explica el porqué del apoyo de varios jefes nativos al proyecto de “abrir las puertas a la tierra” de Garay y sus aliados andinos. Y explica también porqué los líderes políticos argentinos de fines del siglo XVI van a dar soporte a la fundación extranjera de Santa Fe, Corrientes y Buenos Aires, para decirlo claramente. Porque les convenía. Píensese en el caso de Buenos Aires, son concretamente 65 los líderes indígenas locales que apoyan su fundación, de los cuales 39 son querandí, 11 guaraní del paraguay (que venían junto a los mancebos) , 12 son chaná y 3 incluso son chandu, esto es, guaraníes de las islas, de estos ultimo tendremos que hablar bastante cuando demos vuelta las cartas sobre la mesa, poniendo nombre y apellido a esos líderes,  porque estos chandu también se van a “dar vuelta”…

Fuerza y debilidad del acuerdo

Pirámide de la fortaleza inka de Tilcara. En Jujuy,  Argentina.

¿Qué alcance tuvieron esos acuerdos? Generalmente muy poco pues no había una legalidad transversal que les permitiera perdurar. Era un escenario demasiadon multi-étnico, donde cada grupo,  tenía su propio derecho y a la vez, compartían el mismo territorio. No existía el concepto de exclusividad del territorio, asociado a frontera y derecho vigente dentro de esa frontera. Dentro del mismo territorio coexistía el derecho, guaraní, chaná, inka etc, incluso los peninsulares vivían conforme a su propio derecho, vigente solo en sus “república de españoles”. Incluso durante la colonia, los españoles hicieron convivir varios derechos en la «“república de españoles” y “república de indios”.

Por ello los acuerdos servían solo para lo inmediato, para un tiempo corto. Estamos vendo una política muy frentista, muy para solucionar el corto plazo. Los acuerdos podían durar días o meses. Muchas veces duraban el mismo tiempo que las estaciones. Tiempo de sembrar, tiempo de cosechar, tiempo de recolectar, tiempo de guerrear. Ahora bien, si aceptamos un marco a corto plazo, los acuerdos inter étnicos sí que fueron eficaces, porque trascendían los limites de cada grupo y permitían hacer política, lo que aunque fuera de corto alcance, era política al fin. En el Parana Guazú las relaciones inter étnicas eran diferentes que en los Andes.

El estado inka era capaz de generar planes de desarrollo que trascendían las generaciones, y prueba de ello es la inmensa obra pública realizada a los largo de miles de kilómetros. Todavía podemos ver la cadena de fortalezas de arquitectura colosal que jalona la frontera andina con la selva. Detrás de cada plan de desarrollo en los andes había acuerdos políticos a largo plazo. El Río de la Plata en cambio se abre a una infinita llanura donde la única frontera es la inmensidad de las distancias, y dado que las sociedades que la habitaban estaban acostumbradas a la movilidad y al encuentro, habían desarrollado la capacidad tanto de llegar a acuerdos como de romperlos, todo en el mismo marco. 

Por eso  Diciumpén acordó con Garay que fundara una ciudad y ese acuerdo sirvió para que los querandí no se aliaran a Yamandú para atacarla, y por eso Diciumpén estuvo presente en el  inicio de Buenos Aires. Pero ese acuerdo no fue permanente pues en cuanto Diciumpén vió que los mancebos querían encomendarlo, simplemente abandonó la zona.

Por otro lado, mientras que en los Andes los nobles inka ya habían iniciado el proceso de convalidación de sus títulos bajo la legislación española, es decir, utilizaban el derecho hispano como marco de referencia a largo plazo para reemplazar del derecho inka, en el Río de la Plata no había todavía un consenso similar entre políticos indígenas y europeos. En la zona andina, los señores étnicos contrataban escribanos y abogados españoles  para defender sus intereses en el marco de la legislación proto-colonial, pero en las tierras bajas esto aún no existía. En las tierras bajas no había un estado, sino muchos mini «estados». Y por tanto, la incorporación de procedimientos burocráticos para dirimir controversias no tenía lugar, salvo dentro de la “República de españoles” que siempre fue minoritaria, situación que, por cierto, favoreció en paralelo la pervivencia de instituciones indígenas.

Por tanto, lo que había era una simultaneidad de múltiples derechos irreconciliables. El derecho europeo, que entendía que los dirigentes nativos debían someterse a los españoles -lo que Garay en su Repartimento de Indios llamaba “poner en cabeza”- y simultáneamente los diversos derechos nativos, que concebía la alianza a través del parentesco pero que en ningún caso contemplaban la pérdida de autonomía o dominio sobre el territorio. Esa es la razón por la que cuando los mancebos de la tierra venidos de Asunción aliados a los jefes nativos quisieron hacer trabajar a sus aliados en régimen de encomienda, lo único que consiguieron fue quedarse solos.

Para los líderes nativos el concepto “Repartimento de Indios” era traducido como una alianza en la cual los Tovajá (cuñados) colaboraban para enfrentar a los viejos enemigos. Pero esa alianza no suponía una subordinación. Y como Garay y sus mancebos de la tierra no tenían capacidad militar para obligarlos a trabajar, de los 49 vecinos de Buenos Aires favorecidos en el “reparto” de indios solo tres lograron convertirse realmente en encomenderos. Garay y sus muchachos podían arrasar una ciudad, como de hecho hicieron con Ygapopé, pero no podían obligar a toda una ciudad indígena a trabajar para ellos. Así, el escenario del Río de la Plata fue completamente distinto del andino, e incluso del brasileño y del paraguayo.

A pesar de ello o quizás precisamente por ello, las conversaciones, negociaciones, enfrentamientos y traiciones se sucedían. Toda negociación comportaba un escenario para el debate y la oratoria, generalmente en torno a un gran asado. Los guaraníes les llamaban “Noongaba” (Concilios) donde se escuchaba la oratoria de los Karaí.  Los chaná, charrúa y querandí también tenían asambleas llamadas “Juntas”. En todo caso, los acuerdos surgidos eran fruto de la interacción real entre los diversos intereses. Y en lo que toca a la situación en los años ‘70 y ‘80 del siglo XVI, está claro que estos acuerdos más o menos explícitos lograron cumplir el objetivo de impedir una nueva gran confederación del Paraná Guazú contra los intereses hispano-andinos.

Personajes Tupi Guaraní del silo XVI. Entre ellos un Karai ataviado con un espectacular manto de plumas de guacamayo

Es bueno recordar que estas conversaciones y acuerdos no son una novedad. Existían ya antecedentes de acuerdos en sitios donde los dirigentes americanos llevaban más tiempo interactuando con los europeos, por nombrar un escenario similar al Río de la Plata, pensemos en la costa del sur del Brasil, concretamente en la provincia guaraní del Mbiazá, actual Florianópolis, a 1.700 km. de Buenos Aires. Recordemos que al igual que la isla de Cuba en el Caribe, la isla de Santa Catarina fue también un laboratorio donde americanos y europeos ensayaron formas de enfrentamiento y convivencia que luego se aplicaron sobre el continente. En épocas tan tempranas como 1504 un mburuvicha, el jefe territorial guaraní mburuvivhá Arosca envió como embajador a su hijo Essomeriq quien viajó a Europa a bordo de un barco francés, donde se quedó a vivir, implicándose en la vida social de la nobleza francesa y llegando él mismo a ser reconocido como un noble francés 4.

Essomeriq pertenecía a los guarani Karihó o Kario, los mismos que ahora son aliados de Garay. Son los que están presentes en las fundaciones de Santa Fé y Buenos Aires y van a pasar luego a ser reconocidos por el derecho español como ciudadanos de esas ciudades, años después no será extraño que los españoles reconozcan títulos y privilegios a los guaraníes en el marco jurídico español, eso es precisamente lo que los guaraníes hacían con ellos al reconocerlos a su vez como Tovajá. Aunque este proceso se va a dar más tarde que en los Andes, finalmente no pocos dirigentes Karios lograrán revalidarse en el marco jurídico colonial.

Por ejemplo, el guaraní de Santa Fé Andrés Suarez, vecino de pro de la ciudad, nieto de uno de esos karios que con Garay fundaran la ciudad, se negó a pagar impuestos solicitando la exención en razón de los servicios prestados por su abuelo, en palabras del investigador Gabriel Roca “se trata de un indio de la ciudad de Santa Fé con nombre y apellido español, Andrés Suarez, quien hacia mediados del siglo XVII niega a través de su letrado, la obligación de pagar ningún tributo ni prestar servicio por ser “hijo y nieto de indios naturales de la Asunción, de donde vinieron ayudando a la conquista y población de esta ciudad como consta de los papeles y sentencias en juicio contradictorio en su favor” (asistiéndole la) “lealtad y fidelidad con que atendieron sus antepasados a la ayuda y conquista de esta tierra5 .

 

De la Confederación Charka a la Confederación Chaná

 

onde se nos perdonará ponemos un poquito técnicos al citar los últimos avances etnohistóricos y pruebas documentales para apoyar una nueva visión de la política practicada en estos pagos, allá por los 1500…

A principios de 1580 en el Río de la Plata se van a producir una serie de conversaciones y acuerdos previos a la fundación de Buenos Aires entre invasores venidos de Asunción y líderes locales. Los invasores era guaraníes karihó del Paraguay, sus cuñados españoles radicados en Asunción y los hijos de ambos, la primera generación mestiza hispano-guaraní llamados «Mancebos de la Tierra». Los líderes locales que mantuvieron conversaciones con ellos  pertenecían a tres naciones rioplatenses originarias, Chaná, Chandú o Guaraní de las Islas y Querandí. 

Pero no todos los líderes rioplatenses se avinieron a conversar con los invasores, la principal autoridad religiosa local el Karaí Yamandú de los guaraníes de las islas y el Suaj Zapicán de los charrúas, se opusieron militarmente a la ocupación. Vamos a describir primero a quienes por acción u omisión permitieron el asentamiento de los invasores venidos de Asunción y luego de quienes se enfrentaron a ellos.

En total fueron 65 los dirigentes políticos que participaron de esas conversaciones previas a la fundación de Buenos Aires, entre ellos destacan cuatro, el chaná Guardiyá, el guaraní chandú o de las islas Taó Abá los querandí Diciumpéu y Quenguipén, éste último apodado Tuvichá Mirí  (El Pequeño Gran Líder).

Pero sabemos los nombres de los 65 dirigentes nativos que aceptaron la fundación de Buenos Aires, porque fueron registrados en un acta labrada para la ocasión llamada «Repartimento» y que esta firmada por Juan de Garay. Los etno historiadores han aprendido que los «Repartimentos de Indios» como les llamaban los españoles, son un tipo de documento temprano muy valioso pues nos dan una imagen de como eran las fuerzas políticas y la configuración étnica de los habitantes indígenas de una región que estaba siendo ocupada por primera vez. A través de los Repartimentos podemos saber quienes están, en que orden de importancia política están enumerados y también podemos saber quienes no están. 

La primera Buenos Aires de 1536 fue tan efímera que Pedro de Mendoza no pudo realizar un repartimento. En aquella ocasión el ataque de la coalición de las cuatro naciones, Guaraní-Chandú, Chaná, Querandí y Charrúa no le dio tiempo de «repartir» nada, sabemos que les atacaron pero no quedó registrado el nombre de ningún dirigente atacante. En cambio en 1580  la situación había cambiado mucho y Juan de Garay sí pudo elaborar un Repartimento, que nos muestra una fotografía de aquellos líderes indígenas que estuvieron presentes.

Hay que decir que el Repartimento de Garay en Buenos Aires fue poco efectivo si lo miramos desde el punto de vista práctico, pues los jefes nativos, cuando dejó de convenirles, simplemente lo ignoraron y se alejaron de la ciudad. En aquel momento, los españoles y sus aliados no tuvieron todavía fuerzas suficientes para retenerlos y se conformaron conque, al menos esta vez, no los hecharan. Por eso en Buenos Aires, a diferencia de otras ciudades coloniales de América solo hubo tres encomiendas. A pesar de ello, la existencia del Repartimento hoy nos resulta útil para elaborar un cuadro de situación y saber qué líderes nativos apoyaron el proyecto de ocupación de Garay, los mancebos de la tierra y sus aliados guaraníes de Asunción.

 

Los Nombres de los Líderes

Así pues, aunque el Repartimento es en realidad un documento para uso interno de la «República de Españoles» nos da cuenta de la organización y nombre de los líderes nativos que se avinieron a aliarse con los invasores. Porque lo que esta claro es que estaban allí por decisión propia, no eran sirvientes, eran hombres libres que habían tomado una decisión por conveniencia política. Esto los diferenciaba de los yanaconas que también estuvieron presentes en la fundación de Buenos Aires. Los yanaconas andinos eran siervos del estado inka que los españoles usufructuaban como parte del aparato estatal del cual se habían agenciado, en cambio los líderes del Río de la Plata eran hombres libres.

Recordemos que Garay venía del Alto Perú y su jefe el Adelantado Juan Ortiz de Zárate era uno de los vecinos más ricos de Charkas, casado con la multimillonaria princesa inca Leonor Yupanki. Ambos tenían yanaconas heredados de la organización estatal inka. Que los yanaconas fueran «sirvientes» no quería decir que eran serviles. Por el contrario, muchos yanaconas tenían puestos de responsabilidad. Debemos pensar en ellos más como funcionarios del estado que como «siervos». En Buenos aires algunos de ellos incluso obtuvieron títulos de tierras, una vez consumada la fundación. Es el caso de la yanacona Isabel Hija de Rodrigo y vecina de la ciudad, a quien el 2 de Noviembre de 1602 en el Libro de Repartición acordado por el Cabildo de Buenos Aires se le concede un terreno del mismo tamaño que a españoles y mancebos:

«Declárase que en la cuadras que se han añadido ahora, desde la quebradita que está de la otra banda de las tasas que fueron de Francisco Muñoz Bejarano, difunto, hasta el Riachuelo de los navíos … que las ha marcado y repartido este Cabildo, se manda que yo el presente escribano (reparta) al capitán Francisco de Salas, dos cuadras encima de la barranca…a Gabriel de Burgos, 1 cuadra. A Isabel Hija de Rodrigo, Yanacona de San Francisco, una cuadra …» 6

El Repartimento asigna un jefe nativo y sus seguidores a un jefe español o mancebo de la tierra, quienes a su vez también tiene seguidores. Es decir, empareja grupos que previamente han acordado asociarse, el texto comienza:

«El Ilustre Señor General Juan de Garay, Teniente de Gobernador y Capitán General de todas estas Provincias del Río de la Plata…amparándose con las cédulas y provisiones reales que Su Majestad tiene dadas y concedidas en favor de los Capitanes que en su real nombre poblaren y fundaren cualesquier pueblos o ciudades, repartía, y repartió, todos los indios que había en las provincias de la ciudad de la Trinidad…en la forma siguiente: Primeramente, al Señor Adelantado Juan de Torres de Vera, y Aragón a los caciques Francisco y Erarán, guaranís de las Islas. Otrosí dijo, que ponía en cabeza del capitán Rodrigo Ortiz de Zárate al cacique Diciumpéu, de nación Lojae, que por otro nombre se dice Orucutaguae, con los indios al dicho cacique sujetos. Otrosí dijo, que ponía en cabeza de Alonso de Escobar al cacique Tugalbampen, de nación Meguay, con todos los indios sujetos al dicho cacique…» 7

Y continua enumerando nombres de dirigentes, las naciones a la que pertenecen y sus seguidores, hasta llegar al total de 65. Por tanto es interesante saber  quienes son, pues algunos de ellos van a destacar en esta historia:

– Dirigentes Guaraníes Chandú o de las islas (3)

Francisco, Eraán y Taoabá.

– Dirigentes Guaraníes (11)

Aguaratín, Taypó, Yaguarey, Tiabe, Ayguay, Tatanó, Caruyá, Mayrací, Pochian, Moropichán y Purupí.

– Dirigentes Chaná (12)

Guardiya, Araquí, Canisolo, Caraqua, Yuca, Maguarí, Aguara, Derdian, Maochun, Capiguatin, Cura y Delejan

– Dirigentes Querandí (39)

Sibacuá, Quenguipén «El Tubichamirí«, Diciumpéu, Tugalbapen, Quemupen, Cubusote, Caespén, Pacaospen, Cubucoté, Allpen, Solloampen, Escallopen, Campampen, Tancaol Quepén, Yabmpen, Sectí, Cocollaque, Clemencué, Quetutí, Conotin, Degunci, Llamen, Coloque, Conocametró, Incul, Sugún, Tuguacane, Cubusote, Suguna, Caáre, Cubucote, Dulcebees, Cocomel, Bagual, Tumu Tumús, Cacuti, Marich, Cirieme y Pibisque.

Lo más importante,  es que estos dirigentes no apoyan a  las fuerzas del Karaí Yamandú opuesto a la ocupación «cristiana». Por lo que en la segunda Fundación de Buenos aires no se va a repetir la gran coalición de cuatro naciones que arrasara la primera Buenos Aires de Don Pedro de Mendoza.

Una mesa de conversaciones de Tupi Guarani y Europeos. Grabado de Theodore De Bry de 1553

¿Porqué sucedió esto? Esperamos responderlo a lo largo de esta entrada. Pero antes, y ya que hemos listado a los dirigentes que por acción u omisión dieron soporte a la Fundación de Buenos Aires, es interesante exponer quienes fueron los que sí se enfrentaron a ella.

Para ello recurriremos a los informes de dos testigos directos que vivieron en primera persona parte de los acontecimientos que relatamos. Que estuvieron sentados en algunas mesas de conversaciones -muchas veces no libres de violencia-  o que directamente participaron en enfrentamientos armados. Ademas, tuvieron oportunidad de charlar  entre ellos de estos temas para luego registrarlo en papel, cada uno a su manera,  pues se vieron en distintos escenarios de Asunción, Santa Fé y Buenos aires.

Se trata de Martín del Barco Centenera, peninsular, de Cáceres para más datos y de Ruy Díaz de Guzmán, nativo de Asunción, de familia chané y española. Ambos hablaban guaraní y titularon a sus respectivas obras con el mismo nombre: «La Argentina», pero el primero escribió en verso y el segundo en prosa.

A continuación y siguiendo sus textos, extraemos un listado de los dirigentes que según ellos, se opusieron a la invasión que se estaba produciendo simultáneamente desde Charkas, Paraguay y España:

– Dirigentes Guaraníes Chandú o de las islas (7)

Yamandú, líder religioso perteneciente a la orden de los Karaí. Residente en la ciudad de Ygapopé, hoy ciudad de Tigre, capital del Delta del Paraná, y junto a él dos «guías» o estrategas, Grande Fuego y Aguazó que son quienes realmente estarían pensando la estrategia contra la invasión. Así lo afirma el cronista que relata cómo Yamandú le tiende una trampa a Garay simulando ayudarlo al alcanzarle unas cartas de Ortiz de Zárate pidiendo socorro frente al ataque  charrúa, que en realidad, el propio Yamandú había organizado:

(Yamandú) tiene la traición así ordenada,
que dadas estas cartas, vuelva luego
al río Igapopé, que es la morada
de un indio que se dice Grande Fuego,
y de otros que allí viven de coplada
con Aguazó, que es guía de este juego 8

Aparte de estos estrategas conocemos a través de los autores a otros mburuvichas o Jefes Territoriales como Terú, Añá Guazú, Maracopá, Cayú y Tabobá, todos ellos van a realizar distintas acciones directas en el enfrentamiento.

– Dirigentes Charrúa (5)

Zapicán, líder principal y aliado a Yamandú. Ava Yuvá, sobrino de Zapicán, Añagualpó, Yandinoca y Manuá. Este último es  quien va a ejecutar a Garay por orden de Yamandú.

Antes de terminar este tema una aclaración, recordemos que en América la idea del poder esta sometida a una permanente negociación lo que se traduce en una fuerte inestabilidad de los acuerdos, esto significa que, un  determinado personaje que en una foto fija veremos alineado en un bando, puede al cabo de un tiempo aparecer en otro, y ese tiempo puede ser muy corto. Tal parece ser el caso del mburuvicha Taoabá o Tabobá que en diversos episodios vamos a ver negociando y comerciando con los españoles y luego va a atacar la recién fundada Buenos Aires, muriendo en el ataque. De allí que, reiteramos,  existan permanentemente conversaciones y acuerdos de corto alcance.

Un Marco Supranacional

La idea de Federación

Ahora bien, las conversaciones que precedieron a la fundacion de Santa Fé primero y Buenos Aires después, no sucedieron por casualidad,  sino que estuvieron encuadradas en un marco supranacional, vigente con anterioridad a los acontecimientos que estamos relatando. Ese marco institucional estaba conformado por la idea de Federación. Esta antigua idea, de profunda raigambre en América es la expresión institucional de tres factores: la coexistencia de diversas grupos étnicos en un mismo territorio,  la complementariedad de recursos económicos provistos por diversos nichos ecológicos, y la dinámica de permanente negociación con que se gestionaba el poder, y las federaciones eran el espacio de discusión y resolución de conflictos generados or esos tres factores.

Tradicionalmente en América, las federaciones van a ser el marco institucional en el que se resuelven conflictos o se declaran las guerras. Recordemos que en un mismo territorio convivían diversas naciones o etnias, que compartían o competían, según los casos, por los mismos recursos económicos, o por un espacio de poder. Aunque los diversos grupos o segmentos de una sociedad podían estar separados geográficamente, incluso por cientos de kilómetros,  compartían un mismo calendario anual y se reunían en determinadas ocasiones para grandes celebraciones festivas, guerreras o ambas cosas a la vez.

De las muchas federaciones que poblaban Sud América en el siglo XVI nosotros vamos a tratar ahora principalmente de dos. La Federación Charka y la Federación Chaná. Porque los documentos analizados nos están diciendo que los enfrentamientos y negociaciones entre los actores de esta historia no se dieron de forma aislada sino en un marco regional.

Las federaciones Charka y Chaná son dos organizaciones multiétnicas mediante los cuales se relacionaban política y económicamente diversas sociedades del sur andino y del Río de la Plata, que estaban conectadas entre sí, y entendiendo esa conexión podemos entender el proceso que llevó desde Charkas, a la fundación de Buenos Aires. No eran las únicas por supuesto, estaba por ejemplo la Federación Calchaquí del Noroeste Argentino que resistió primero a los Inka y luego la colonia española durante 150 años o los Juríes, la «Gente Ñandú», que también tenían una federación de fuertes jefaturas hereditarias. Incluso los propios guaraníes mantenían un ciclo de enfrentamientos y alianzas internas, entre diversas comunidades politicas -las Tekohá- que se confederaban unas contra otras. Pero nosotros ahora vamos a profundizar solo en dos federaciones específicas, la Charka y Chaná porque representan dos polos de un gran espacio geopolítico que une los Andes con el Río de la Plata y lo haremos para entender la situación política del Río de la Plata en 1580.

Manta y Camiseta versus Arco y Flecha

A finales de la década del 60 del siglo XVI, viviendo en Charkas, los vascos Ortiz de Zárate y Garay junto a otros peninsulares, comprendieron de qué forma generaba riqueza el modelo productivo del sur del imperio. Comprendieron que la Mit’a era «la tierra más los hombres que la trabajan». Ortiz de Zárate se convirtió en un poderoso hacendado, vecino de Chuquisaca, aliado a jefes políticos nativos, los Ayawiri Kuisara, señores aymara, la familia Yupanki de los inka y varios «Señores Suri«, los hombres-ñandú de las tierras bajas.

Así, supo noventa años antes, en 1471, la estrategia del Sapa Inka Tupak Yupanki, al conquistar las tierras de los Qara-Qara, Juríes y Guaraníes, es decir Charkas, Tucumán y Río de la Plata , había sido reposicionar las poblaciones originarias incorporándolos al estado inka en carácter de mitmatkuna, es decir, colonos al servicio del estado. Colonos que servían al Tawantinyu de forma militar y económica pero sin perder su carácter étnico. Y no solo eso, los españoles aprendieron que el inka agrupaba a sus colonos mitmatkuna en paquetes mixtos, mezclando gente de los Andes con gente de las Tierras Bajas. Por eso, como veremos enseguida, Juan Ortiz de Zárate luchará por conseguir tanto encomiendas de los «Señores del Metal», es decir, los Qara-Qara, como también encomiendas de los «Señores Suri», los Juríes. Aliándose a los primeros accedió a bocas de mina en los Andes y aliándose a los segundos a selvas, humedales y llanuras de Tucumán y Río de la Plata. Una vez conseguido esto, viajó a España y le propuso al Rey establecer un puerto en el estuario del Río de la Plata para conectar las riquezas del altiplano con Europa.

Al comprender los mecanismos productivos de la Mit’a y el sistema de alianzas entre grupos andinos y de las tierras bajas, los españoles -traduciendo de los inka- comenzaron a clasificar a las sociedades de frontera en dos grandes grupos, por un lado las sociedades andinas, donde el runa u hombre común producía para el estado, a quienes llamaron «indios de manta y camiseta». Y por otro lado las sociedades de las tierras bajas, que incluían tanto jefaturas como sociedades sin estado, a quienes llamaron «indios de arco y flecha».

La gran jugada del estado inka había sido crear ese mix de pueblos andinos con pueblos de las tierras bajas con el objetivo de controlarse unos a otros. A fines del siglo XV y principios del XVI, es decir entre el gobierno de Tupak Yupanki en 1472 y el de su hijo Wayna Qapaq en 1525, el estado estableció gran cantidad de centros administrativos siguiendo un mismo modelo: funcionarios inka cuzqueños en recintos fortificados, que supervisaban guarniciones andinas de campesinos-soldados  los cuales convivían con sociedades de las tierras bajas, vigilándose todos mutuamente y a la vez, en conjunto, actuando como tapón contra los ataques guaraní.

Ese patrón lo vamos a encontrar a lo largo del Qhapaq Ñan, el sistema de comunicaciones estatal, desde los contrafuertes bolivianos hasta las barrancas del río Paraná. A nuestros fines destacaremos tres zonas que seguían este esquema para apoyar la idea de que la Federación Qara-Qara que custodiaba la riqueza del Potosí estaba en contacto con la Federación Chaná a orillas del río Paraná, acceso estratégico a la ruta europea.

Evidentemente, cuando más alejados del centro del Tawantinsuyu el patrón de asentamientos mixtos andes-tierras bajas se hacía mas difuso, y los documentos que refieren este contacto, por tanto, mas difíciles de encontrar. Por suerte y a diferencia del siglo pasado, se están realizando importantes avances tanto desde  la arqueología como desde una re lectura de las fuentes primarias por parte de la etnohistoria lo cual nos permite reconstruir un cuadro de las interacciones de la estrategia hegemónica del estado inka con los modelos políticos de las tierras bajas y de la intervención europea en la misma.

Vamos a destacar la conexión de tres zonas geopolíticas en las cuales operaban las federaciones Charka y Chaná, pues son fundamentales para entender el contexto fundacional de Buenos Aires. Había muchas mas, obviamente, pero aquí queremos centrarnos sólo en la política rioplatense y sus conexiones andinas. Esas tres áreas de trabajo son: Tarija, Añatuya y Carcarañá. En Tarija opera la Federación Charka y en Carcarañá la Federación Chana. Como veremos, en la zona de Añatuya el estado inka respaldaba el enlace entre ambas.

ZONA 1 TARIJA

Señores Halcón. Dueños del metal

 

La ciudad de Potosí en 1580, dibujada por el inka Huaman Poma. Ciertos dirigentes nativos, tanto andinos como de las tierras bajas, son conscientes de la importancia de la plata de las minas andinas en la economía global. En la imagen Huaman Poma escribe: «…por la dicha mina es Castilla, Roma es Roma, el Papa es Papa y el Rey, Monarca del Mundo». En el centro de la ilustración, el Inka, rodeado de funcionarios de los cuatro Suyus. El primero a su izquierda, es un Mallku de la Federación Charka.

Tras la caída de Tiwanaku hacía el año 1.100 DC una serie de señoríos agrícolas en torno al lago Titicaca se van a unir mediante acuerdos diplomáticos no exentos de enfrentamientos armados, en lo que la historiografía moderna ha denominado «Confederación Qara Qara-Charka»  9 .

Aclaremos antes de avanzar que algunos autores como Tristan Platt prefieren utiliza el concepto de «confederación» en lugar del de «nación» que usaron frecuentemente los propios cronistas tanto indígenas como españoles, para evitar asociarlo a la idea de territorialidad excluyente y homogeneidad interna conque hoy pensamos la idea de nación.

Compartimos esta idea, ya que es evidente que las entidades políticas nativo americanas  basaban su estructura en una red de segmentos a la vez diferenciados y equivalentes, organizados en distintos niveles de complejidad  y -muy importante- territorialmente dispersos.

Muchas veces coexistían intercalados y salpicados entre otros grupos exógenos.  Esto quiere decir que podías ir caminando dentro del territorio timbú a orillas del Paraná por ejemplo y encontrarte juríes, carcarañáes o chanás por nombrar una situación abundantemente descripta por testigos oculares del siglo XVI.

Hoy día prevalece un pensamiento, herencia del siglo XX, en el cual se considera a las naciones modernas  como unidades dentro de unas fronteras excluyentes e impermeables pero en la época en que estamos hablando, fines del siglo XV,  una unidad andina de soldados-agricultores Qara Qara por ejemplo podía estar ubicada a cientos de kilómetros de su centro político nuclear e incluso trasladarse a las tierras bajas y seguir actuando conforme a una lógica andina, a un calendario andino, a una lógica estatal. Aunque estuvieran rodeados de sociedades de las llanuras, sociedades sin estado, ellos seguirían dependiendo del estado central. Lo mismo les pasó luego a los españoles quienes por ejemplo,en 1540 vivían en la Tava o ciudad guaraní de Lambaré en Paraguay, dentro de la cual habían construído una «casa fuerte» a la que llamaban «Asunción». Dentro de «Asunción» estaba vigente el derecho romano y el calendario gregoriano, fuera, el Tekó Marangatú el modo de ser guaraní .

Y a viceversa, también podíamos encontrarnos con grupos de las tierras bajas, como los juríes por ejemplo, que eran «flecheros», productores de miel y pócimas venenosas, gente de llanuras y bañados, cuyo centro político estab en la actual provincia de Santiago del Estero,  viviendo en fortalezas andinas de Bolivia, al servicio del estado inka. De alli que para muchos autores el concepto de confederación sea más funcional que el de nación 10 .

Sin embargo hecha esta salvedad, se me disculpará aquí seguir utilizando el termino «nación» atendiendo a que, además de los europeos,  los propios dirigentes políticos indígenas de la época lo utilizaban para definirse a si mismos. Y yo, siempre que puedo, prefiero seguir utilizando los conceptos de los propios actores. Por ejemplo en el famoso «Memorial de Charkas» donde los principales jefes políticos de la Confederación Charka se dirigen de forma reivindicativa directamente al Rey de España, se autodenominan «Las Siete Naciones». Rememorando los enfrentamientos con tropas españolas, escriben en 1582:

«…(Nosotros) todos los naturales de esta provincia de los Charcas, asi la nacion de los Charcas y Caracaras, Chichas, Chuis, Quillacas, Carangas y los Soras, estas dichas siete naciones, les dieron guerra y batalla en el Valle de Cochabamba a los dichos capitanes y soldados de Vuestra Majestad, y despues que fueron desbaratados y vencidos y muertos por los dichos capitanes de Vuestra Majestad las dichas siete naciones cada una fueron a diversas partes…» 11 .

Avancemos. Como vemos por el fragento que acabamos de leer parece claro que en la época que estamos describiendo la Confederación Charka estaba compuesta por siete naciones, que operaban de forma consensuada, siendo la mas poderosa la de los militaristas charkas, que se dividían en dos mitades, Charka Rojo y Charka Blanco. Estos últimos habían sido condecorados por el inka como «Mallkus Qara Qara» es decir «Señores Halcón». En 1527, durante el gobierno del Sapa Inka Wayna Qhapaq la Confederacion Charka va a consolidar sus lazos con el Tawantinsuyu pasando a ocupar un rol destacado en la expansión inka hacia el sur, aportando sus fuertes lazos con las sociedades de las tierras bajas. En reconocimiento a varios servicios prestados al estado por parte de los Charka Blanco van a pasar a denominarse oficialmente como «Qara Qara», un título honorífico que llevaban con orgullo. Y paralelamente su peso político va a aumentar dentro de la Confederación y fuera de ella. Años despues, en lugares tan remotos como Asunción o Santa Fé, los españoles oían a otras naciones hablar de ellos con respeto, y deseaban encontrase con ellos, a quienes llamaban «Señores del Metal» en reconocimiento a su carácter de custodios de las minas de Porco y Potosí.

Una de las consecuencias de ese reconocimiento va a ser la intervención directa de los Qara Qara en las tierras de frontera bajo el paraguas inka, constituyendo la primera línea frente a los ataques guaraníes provenientes de los grandes ríos. Bajo la supervisión de oficiales inka, que  las crónicas llaman «ingas orejones», miembros de la Federación Qara Qara actuaban de forma conjunta con sus aliados de las tierras bajas en el marco de un dispositivo militar-productivo que funcionaba como un articulador entre los los ecosistemas andinos, las selvas y las pampas. Se creaban paquetes multiétnicos que integraban la capacidad productividad y bélica de sociedades de montaña y selva, asentando grupos mixtos en una línea de fortalezas a lo largo de miles de kilómetros, desde Tarija a Santiago del Estero custodiando toda la frontera oriental del Tawantinsuyu.

Basandose en cédulas de las primeras encomiendas que contienen los nombres de los grupos repartidos que habitaban los valles orientales de Tarija hacia 1540, asi como de testimonios provistos en procesos judiciales españoles, las historiadoras  Guillermina Oliveto y Beatriz Ventura han podido reconstruir la localización de grupos de colonos mixtos, establecidos como parte de una política de re estructuración espacial de los inka en el sur andino y tierras bajas de Bolivia y Argentina. Se trata de carangas, juríes, chichas, churumatas, tomatas, apatamas, moyos moyos y sus “superiores” los ingas orejones. Según las autoras citadas, el objetivo fundamental de estas colonias estatales fue evitar el avance de los guaraníes-chiriguanos pero también garantizar el acceso a ciertos cultivos, entre ellos, el maíz así como a recursos propios de los bosques. 12 .

Angelina Cuxirimay según una representación del Barroco Andino

Antes de continuar tenemos que destacar, de las naciones que acabamos de nombrar, la presencia de los Juríes en el marco de esta red de alianzas que sustentaba la Federación Charka. Juríes o «Gente Avestruz» es el nombre con el cual se denominaba en la mayoría de las crónicas y documentos españoles a los Lule-Tonocoté. La palabra proviene del quichua Suri, nombre del ñandú o avestruz americano.  Así los denominan los amautas, los historiadores oficiales del Cuzco, cuando en 1541, Juan de Betanzos comienza a transcribir la información  almacenada en las bibliotecas textiles del estado a lengua castellana con la ayuda de su mujer, la bella princesa inka Angelina Cuxirimay.

A mediados del siglo XV los Juríes conforman un conjunto de señoríos labradores-cazadores, «indios de arco y flecha» segun los cronistas, son jefaturas fuertes, militarmente letales al utilizar armas envenenadas. Su área nuclear estaba en los humedales de la mesopotamia de los ríos Dulce y Saldo, en la actual Santiago del Estero, la mas quichuista de la provincias argentinas. Se trata de una tierra densamente poblada según pudieron constatar los primeros europeos que la recorrieron que “… descubrieron una gran provincia de tierra muy poblada y a media legua los pueblos unos de otros de a ochocientas a mil casas…”  13 .

 

En 1471, los Señoríos Juríes -que algunos españoles llamaban «Reino de Tukma»- se enfrentaron y fueron sometidos por el Sapa Inka Tupak Yupanqui en su incursión hacia el Río de la Plata. A partir de este momento comenzaron a aparecer en diversos puntos de la frontera oriental del Tawantinsuyu, como mitmatkuna, funcionarios-colonos del estado, parte del engranaje multiétnico que defendía las fronteras. Los veremos aparecer tanto muy al norte en la zona de Tarija como en el sur, a pocos kilómetros del río Paraná, entre las actuales ciudades  de Carcarañá y Puerto Gaboto, en Santa Fe.

Leyendo en los qhipu -registros históricos de tejido- los informantes de Betanzos le comunican que en 1471 después de la campaña contra los guaraníes chiriguanos, en la frontera de Tarija,

“...Ynga Yupangue se partió él y su campo (su ejército) y llegaron a la provincia ya dicha de los chiriguanes (guaraníes) con los cuales tuvo su batalla y reencuentro, y habido de ellos victoria y dejándolos sujetos y debajo de su dominio, paso adelante. Y allí tuvo noticias de la provincia de los juríes y mando encaminar su campo para allá y, como ellos llegasen, tuvo con ellos su batalla y reencuentro e al fin los venció e sujetó. La gran provincia es de grandes montañas y tierras donde hay muchas avestruces y la más ropa que los naturales de esta provincia visten es de pluma de aquellos avestruces. Y, como ya tuviese sujetos éstos y esta nación de los Juríes, paso adelante y llegó a un río grande, que dicen ser el de la Plata y, como a él llegasen y lo viesen tan ancho, no le pasó…” 14 .

No dejemos todavía el año 1541 pues interesa a nuestra historia. Mientras Betanzos y su bella esposa traducen los qhipus cuzqueños, en el oriente de Tarija y norte de Jujuy se produce una masiva incursión de guaraníes que atacan las fortalezas inka de Esquile y Pomaguaca. En las cuales están asentados destacamentos de Moyo-moyo y Juríes junto a Qara Qara, coordinados por ingas orejones. Los guaraníes matan a varias autoridades y secuestran familias enteras, provocando el desplazamiento de muchas otras hacia campos de refugiados en el interior de la frontera del Tawantinsuyu. Veamos el mapa Nº 2.

Mapa nº 2. En este mapa de Guilermina Oliveto hemos coloreado la presencia de Qara Qara, Juríes y Moyo Moyo asentados como colonos estatales en la frontera en el momento del ataque guaraní de 1541 15

La historiadora Guillermina Oliveto investigó el hecho a través de pleitos legales dejados por los escasos españoles que en esos momentos  comenzaban a bajar del Cuzco e intentaban hacerse legalmente con tierras y comunidades productivas sur andinas, los españoles presentaban testigos indígenas de la administración inka para validar los títulos y encomiendas de los que querían apropiarse, gracias a esos testigos conocemos los entresijos de la administración incaica, las zonas productivas, las fortalezas y las debilidades del estado.

Un requerimiento de los encomenderos Juan Ortiz de Zárate a Cristobal Barba en el marco de un pleito entre ambos da cuenta de la ubicación de los Juríes a los cuales define como mitmatkuna es decir, como funcionarios estatales que mantienen su autoridad étnica pero coordinados desde el gobierno inka. También sabemos por este pleito que se estaban enfrentando al ataque guaraní que hemos citado.

La autora explica que las cédulas españolas constituyen la documentación de prueba que se incluyóen el juicio entre ambos encomenderos lo que indica » …que los Incas asentaron a mitmaqkuna en los valles tarijeños en una serie de fortalezas identificadas como Esquile, Lecoya y Aquilcha para evitar el avance de los temidos chiriguanos desde el oriente» y que la fortaleza de Pomaguaca era «un emplazamiento multietnico, es decir de moyos moyos y juríes, ya que la multietnicidad es una de las características de los enclaves organizados por el Tawantinsuyu 16 .

¿Porque es importante esta conexión entre Juan Ortiz de Zárate con Juríes y Qara-Qara en 1541 para la historia de la 2ª fundación de Buenos Aires? Pues porque treinta años después Juan Ortiz de Zárate, se va a convertir en el III Adelantado del Río de la Plata y Juan de Garay será su operador político y fundador de la ciudad. Y porque los Juríes y Qara-Qara van a estar nuevamente en escena, pero ahora sobre el Río de la Plata.

Veamos,  en 1541 Juan Ortiz de Zárate obtiene sus primeras encomiendas, precisamente con los juríes y se transforma de conquistador en vecino destacado de Chukisaka, ahora es encomendero, productor agrícola-ganadero, propietario de minas. Está aprendiendo como gestionaban Inkas y Qara-Qara la interacción entre pueblos andinos y de las tierras bajas, se casa con una princesa de la casa Yupanki, conversa con sus parientes políticos. Es el momento en que va aliándose con dirigentes inka, Qara-Qara y Jurí, entre otros, alianzas que le abren la puerta que representaba Tarija como acceso al  Reyno de Tukma, al Paraguay y al Río de la Plata.

Sellando la Alianza. Matrimonio de la Princesa Beatriz Kolla con Martin de Loyola. 17 

Aclaremos que no solo españoles y vascos están intentando conseguir títulos sobre tierras y gentes del altiplano. Al mismo tiempo algunos miembros de la panaka o casa noble de los Yupanki que habían emigrado al sur, huyendo del caos en que estaba sumido el Cuzco,  también buscan aliados entre los europeos para que colaboren con sus intereses. Estos inka del sur deciden incorporar a Ortiz de Zárate a su red de influencia compelidos por una situación complicada tras la caída del Cuzco. En realidad todos los inka, tanto los militaristas que resistían en Vilcabamba como los religiosos que apoyaban a los españoles en Cuzco, tanto la panaka Yupanki gobernante como las otras panaka del círculo rojo del poder, como los Pacha Kutiy o los Wayna Qhapaq, todos, compartían la misma situación negativa. Tenían un montón de frentes abiertos, un montón de conflictos. Yo diría, demasiados frentes abiertos y demasiados conflictos.

Tenían que intentar mantener la administración del estado en una situación casi incontrolable con miles de funcionarios estatales -los  yanaconas- que se ponían al servicio de los invasores extra continentales. Tenían que renegociar viejas alianzas con señores locales que aprovechaban para incrementar su poder, y enfrentar los ataques masivos de los guaraníes en toda la frontera oriental, y todo esto en el marco de una emergencia sanitaria feroz, producto de las nuevas enfermedades importadas de Europa cuya mortandad había vaciado las ciudades del norte. Finalmente, tenían que asimilar mentalmente la apertura geopolítica que significaba el descubrimiento de Europa, Asia y Africa.

Frente a esto último, tomaron dos desiciones, en primer lugar enviaron embajadores a Europa y en segundo lugar  en América, se aliaron con aquellos líderes hispanos que eran permeables a sus intereses. En Europa compraron propiedades y comenzaron a participar de la política europea, conformando así el lobby inka-español con personajes como el Inca Garcilazo de la Vega que viajó en 1560, Don Francisco Inga Atabalipa en 1563 o Don Pedro de Henao en 1584. Algunos llegaron a tener realmente relevancia en España, como es el caso de Melchor Carlos Inga de la panaka Wayna Qhapaq que ingresó en la super elitista Orden de Santiago a la que pertenecía solo la alta nobleza peninsular, supuestamente formada por gente de «pureza de sangre y cristianos viejos». Pero claro, recordemos que estos personajes inka eran multimillonarios y como dice el dicho «poderoso caballero es don dinero».

Sabedores del interés de la banca alemana e italiana por hacerse con reservas de oro y plata, el lobby inka ofreció al Rey de España las minas del Potosí a cambio de quitarse a los Pizarro de encima, la propuesta fue concretamente del Sapa Inka Manqu Qhapaq que resistía en Vilcabamba. Además tanto los que estaban en Europa como los que se quedaban en los Andes comenzaron a homologar sus títulos de nobleza en el contexto legal español cambiando sus apellidos y ocupando cargos coloniales. 18 .

En la historia que nos ocupa, es decir, de aquellos que se ocuparon de la frontera sur-oriental y por ende, del Río de la Plata,  tenemos varios ejemplos. Uno son la familia de los «Ingas Guallparoca» establecidos en Charkas los cuales no están bajo el control de ningún encomendero sino «en cabeza del Rey«, esto es, aliados directamente con la Corona. Otra es Leonor Yupanki Palla quien contrae matrimonio con  Juan Ortiz de Zárate. Esta princesa va a ser un personaje clave en la historia, pues durante toda su vida, que fue muy larga, va a mover los hilos del sur del imperio ahora reconvertido en Virreinato. La vamos a ver siempre relacionada con políticos en primera línea de gobierno. Primero a través de su marido Juan Ortiz de Zárate el tercer adelantado del Río de la Plata, a la muerte de este, a través de su yerno Torre de Vera y Aragón el cuarto adelantado y fundador de la ciudad de Corrientes y finalmente a través de su nieto, Juan Alonso de Vera y Zárate Yupanki, último gobernador de la familia Yupanki que administra el Tucumán hasta 1629 ya durante el reinado de Felipe III de España. Teniendo en cuenta que fue en 1438, cuando su antepasado el Sapa Inka Pacha Kutiy Yupanki comenzó la expansión inka sobre el Tucumán, fueron 200 años de influencia de esta familia sobre estos territorios. Quizás argentinos y bolivianos tendrían que tenerlos más presentes.

Pero no solo los inkas estaban estableciendo nuevas alianzas, también los Mallkus Qara Qara, uno de los más importantes era sin duda Fernando Ayavire y Cuysara, máximo dirigente de la Federación Charka residente en Chukisaka, la capital que los españoles sintomáticamente llamaban «La Plata» XXX

Este es el gran  juego en el que va a entrar a jugar Juan de Garay. Entenderlo nos permite ubicar la fundación de Buenos Aires en un proceso mucho mas complejo del que los historiadores del siglo pasado llamaban «Conquista del Río de la Plata». Resulta sintomático que a bordo del barco en el que un joven Juan de Garay llega a América en 1543 venga también una delegación de nativos peruanos que retornan los Andes después de haber pasado una temporada en España. Entonces Garay  tiene solo 14 años, y como es un criado de la Casa de los Zárate en Euskalerría -el Pais de los Vascos- viene acompañando al Oidor Alfonso Ortiz de Zárate que se dirige al Cuzco.

Años despues bajando por el Qhapaq Ñan conocerá por primera vez Tarija, el Tucumán y los asentamientos de Qara Qara, Juríes y Moyo Moyo que vimos en el mapa nº 2. Esto es importante porque años después cuando Garay funde Santa Fé a orillas del Paraná, como base de operaciones para hacerse con el control del Río de la Plata, se va a repetir el mismo escenario que hemos visto en Tarija  ya que como veremos en Santa Fe también estarán asentados Juríes, junto a Carcarañáes (la forma guaraní de decir Qara Qara), y ambos estarán  bajo la misma amenaza guaraní. Es decir, que Garay que viene de Charkas va a ver como en Santa Fe se  repite el mismo patrón de frontera que en Tarija y por tanto, va a jugar con alianzas similares. Al respecto son esclarecedoras las palabras de otro vasco, Reginaldo de Lizárraga, que conoció bien a inkas, qhara qhara, juríes y guaraníes en la década de 1570-80, quien al describir la situación de Tarija, Añatuya y el Río de la Plata cita tanto a Ortiz de Zárate como a Garay,

«…Quince leguas a la mano izquierda de Talina  entramos en el gran valle de Tarija…los años pasados, deben ser más de 45, fue poblado de estancias de ganados nuestros; la más principal era del capitán Juan Ortiz de Zárate, que después fue Adelantado, del Río de la Plata…los chiriguanas se apoderaron del valle…el Inga, cuando era señor desta tierra, tenía aquí guarnición de gente de guerra contra estos Chiriguanas, los cuales, entrando los nuestros en este reino, la dejaron y se volvieron a sus tierras.

La guarnición era precisamente de Qhara qhara y Juríes, como podemos ver en el mapa Nº 2. Al describir Santiago del Estero y los bañados de Añatuya,  Lizárraga destaca la conexión de los Juríes con la Federación Qhara Qhara a la cual sumistraban productos de las tierras bajas

«… es pueblo grande y de muchos indios; al tiempo de su conquista poblados a la ribera del río…caminan con sus arcos y flechas… los arcos no son grandes; la flechas, a proporción; pelean casi desnudos. En toda esta tierra y llanuras hay cantidad de avestruces; son pardos y grandes…Es toda esta provincia abundantísima de miel y buena, la cual sacan a Potosí en cueros; es abundante de trigo, maíz y algodón, cuando no se les yela; siémbranlo como cosa importante, es la riqueza de la tierra, con ello se hace mucho lienzo de algodón.

Y finalmente al describir la zona del Carcaraña nos habla de Garay a quien conoció precisamente en La Plata, es decir, en Chukisaka, territorio Qhara Qhara:

«La segunda ciudad, el río abajo, según dicen 150 leguas (de Asunción), se fundó en nuestros días por el capitán Juan de Garay, de nación vizcaíno, hombre nobilísimo y muy temido de los indios, llamada Sancta Fe; conocilo y tratelo en la ciudad de la Plata»

 

ZONA 2 AÑATUYA

Vírgenes del Sol en Santiago del Estero

 

En 1619 murió la Mamacuna Ynés, la última abadesa del clero incaico de Santiago Del Estero.  Los sabemos porque en su testamento, escrito en español, legó los ornamentos sagrados de su consagración y porque no fue hasta varios años después que se empezaron a perseguir definitivamente las prácticas de la religión oficial inka en esa región. Según descubrió la historiadora Margarita Gentile, en 1629 el jesuita Juan Darío relata que en los ríos Dulce y Salado habían encontrado “muchos hechiceros muy perniciosos” que oficiaban en los Oráculos de Cacanchig, una divinidad diaguita y  además instruían a niñas que aprendían lo relacionado con ritos y ofrendas de la divinidad. Explica la autora que en Añatuya nos encontramos frente a una Acllahuasi, la casa de las Vírgenes del Sol, y continúa,  «además, el dato se corresponde bien con el obraje textil incaico hallado en Maquijata, donde una de las manufacturas realizadas por las acllacuna eran textiles de alta calidad para el Inca y sus aliados; a la vera de estos ríos también había algodonales, y en las sierras y punas vecinas pastaban vicuñas y alpacas.  [ 12.    ] .

Por favor, recalquemos lo de «Aliados», porque va a resultar que la arqueología ha descubierto que esos aliados son, los Juríes y Los Chana-Timbú, entre otros.

Santiago del Estero es la zona nuclear de los juríes y Maquijata, la zona productoiva textil-sagrada esta a poco mas de 300 kilómetros del río Paraná.  Además nos encontramos con una guarnición militar en Maquijata y Añatuya, es decir un gran centro productivo y textil donde provisto de un convento de aqllacunas en cuya área circundante no solo habitaban los Juríes, nativos del lugar,  sino que ya comienzan a aparecer sociedades fluviales del Paraná, como los Chaná-Timbu que dejaron allí sus pipas y cerámica que la arqueología ha recuperado. Todos son objetos de carácter ceremonial que entregan los embajadorescuando realizan alianzas. Los inka sus hachas y tumi de laton, oro y plata, sus tejidos hechos por manos de las religiosas y los chana-timbu sus pipas con cabezas de loro.

Finalmente, al final del camino del Río Salado o Kachi Mayu, ya orillas del río Parana, en la actual localidad de Carcaraña y Puerto Gaboto, encontramos nuevamente a Juries, Caracarañáes (Qara-Qara) ahora conviviendo con los nativos del lugar, los Chana-Timbú. Y todos por supuesto, amenazados para variar por los infaltables guaraníes, en este caso los Chandú de las islas del Delta.

El encomendero que se quedo con los lule, agrgar bibliografi tonocote, comentar la abadesa de añatuya.

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Estas dos federaciones estaban a su vez en contacto a través de una red que enseguida veremos. Esto no es nada nuevo, el concepto de «Federación» como entidad política que establece normas de negociación y acuerdos entre diversas naciones esta presente a lo largo de toda América desde tiempos inmemoriales. En nuestro caso están involucradas estas dos Federaciones, una andina, que los inkas van a aprovechar en su expansión hacia el sur, se trata de la Federación Charka y otra muy típica de las tierras bajas y de carácter fluvial y comerciante, la Federación Chaná. Ambas tenían puntos de contacto. De hecho había un ramal del camino del Qhapak Ñam que unía directamente el Reino de Charkas, es decir, las riquezas del Potosí, con los puertos chaná del río Paraná, Coronda y Caracarañá, es decir, la salida al Río de la Plata y al Océano.

Por ese camino bajaban bienes andinos y subían los de las tierras bajas, por ese camino bajó Almagro y Diego de Rojas, siempre acompañados de guías Qara Qara. Un camino que entraba por Tarija, bajaba al Reino de Tukma y de allí a Santiago del Estero hasta llegar a Carcarañá para terminar en el Río de la Plata. En las tierras bajas los chaná habitaban los puertos del río Parana tanto en la costa Santafesina como Entrerriana, pero no podían llegar al Delta, allí dominaban los guaraníes, enemigos declarados de las dos Federaciones.

Portada de la crónica de Ulrico Schmidl ilustrada con él mismo montando una llama

Muchos jefes chaná tuvieron que enfrentarse a los guaraníes para proteger su comercio a lo largo del Parana. Eran jefaturas poderosas, basadas en la negociación y el comercio. En 1536, el soldado aleman, Ulrico Schmidl cuyo sueldo era pagado por la Banca Welser para establecer relaciones comerciales con el Tawantinsyu, visitó el puerto chaná-timbu de Coronda. Relata que la autoridad local, el jefe Rochera Wassu realizo una parada militar en honor de los europeos en la cual embarco 10.000 personas a bordo de grandes canoas. El alemán se quedo cuatro años alli y nos informa y dibuja tecnicas ganaderas andinas, llamas y plantaciones de maíz. 

Pero ahora estamos en 1580, Garay a fundado Santa Fe hace siete años, precisamente en territorio Chaná-Timbu. Guardiyá y otros líderes chaná que junto a él están presentes en la primera Buenos Aires, pertenecen a la Federación Chaná-Timbú de Santa Fé. De los 65 dirigentes indígenas que estan presentes en Buenos Aires, 13 son Chaná. 

Por su parte la Federación Charka a través de unos de los miembros, los nobles andinos Qara Qara, los “Señores Halcón” aymaras englobados en el Imperio Inka. Aquí donde empieza a verse la brecha entre los dirigentes nativos. Por un lado los dirigentes chaná de santa Fe, los querandí de las pampas circundantes y los guaraníes-kario de Asunción van a aliarse a Garay o al menos a no intervenir en su acción. Y por otro lado, los chandú o guaraníes de  las islas que se oponen junto a sus circunstanciales aliados charrúa de la actual Entre Ríos.

Podemos representar estas alianzas así:

En ese marco, el dirigente político-religioso Karaí Yamandú representaba el partido más extremo de enfrentamiento a Garay y su proyecto hispano-andino de controlar la boca del Río de la Plata. Yamandú mantuvo largas conversaciones de carácter religioso con el clérigo español Martín Del Barco Centenera el cual las registró en su poema histórico “La Argentina”, en ellas se lamenta de no poder contar ahora con la ayuda de los dirigentes chaná o querandí como sí había ocurrido con su antecesor en 1536 y recuerda a sus seguidores “…ya os dije yo que de lejos vendrían estas gentes”.

Es tan importante la adhesión de los dirigentes nativos no-chandú al proyecto de “abrir puertas a la tierra” que hasta podríamos considerarlos co-fundadores de Buenos Aires, junto a los pocos peninsulares y mestizos venidos de Asunción. Así lo registra el propio Garay en el “Repartimento”, donde declara al capitán Rodrigo Ortiz de Zárate vinculado directamente con el cacique Diciumpéu de nación Lojae y todos sus seguidores, al “mancebo de la tierra” Fernando Gómez con el cacique Guardiyá de nación Chaná y todos sus seguidores, a Pedro Àlvarez Gaitan con el cacique Aguarátin, y así sigue enumerando, uno por uno, hasta llegar a los 65 dirigentes aliados.

Lo que estamos viendo, es que estos dirigentes indígenas tenían la voluntad de permitir la existencia del puerto al que los españoles llamaron Buenos Aires, que esa voluntad se oponía a la de otros dirigentes como Yamandú y Zapicán, y que solo dejaron de brindar su apoyo cuando sus aliados, mancebos de la tierra y peninsulares pretendieron subordinarlos al trabajo de encomiendas. Si usáramos la terminología actual hablaríamos de una práctica “frentista”, es decir, de acuerdos políticos más bien tácticos los cuales al no tener un derecho común que los encuadre se extinguen en cuanto dejan de ser útiles.

Ver el fin de ciclo

Estamos hablando de un tema estratégico pues para explicar las consecuencias de este hecho hay que dar dos o tres pasos, hay que ver redes de negocios tradicionales y de negocios emergentes. La importancia de los cambios que esta actitud implica no es evidente para la mayoría, pero para quienes observaran la estabilidad de la región a largo plazo se trata sin duda de cambios estratégicos, cambios generales de dirección en como se venían realizando las cosas hasta ese momento. Sobre el terreno hay al menos dos personajes clave cuyas acciones y dichos nos llevan a intuir que tenían una mirada estratégica sobre lo que estaba sucediendo. Uno de ellos es Garay, que actuaba conforme a un plan debatido largamente en los Andes, con funcionarios coloniales como el economista y jurista Juan de Matienzo, con señores encomenderos como Juan Ortiz de Zárate, su mujer la Princesa Inka Leonor Yupanki, y sus poderosos aliados, nobles aymara del Potosí sobre todo Ayawiri Kuysara uno de los “Señores del Metal”, con intereses en Tarija, Tucumán y Río de la Plata, rico y famoso por financiar varios proyectos españoles.

El otro personaje que entiende la trascendencia de lo que está pasando es el mismo Karaí Yamandú, profeta de los guaraníes de las islas y que también actuaba conforme a un plan. Aunque un plan con una orientación muy distinta, urdida en Ygapopé, la ciudad mas poblada, a orillas del actual río Luján, hoy Rincón de Milberg, en Nordelta. Un lugar que los isleros todavía conocen como “El Guazú Nambí”.

El plan de Yamandú es fruto de largas deliberaciones en Ygapope a las cuales asisten consejeros como Aguazú, Gran Fuego y Añanguazú. El primero, al igual que Yamandú es un karaí, un jefe religioso, los otros son mburuvichás, dirigentes territoriales. Todos residen en Ygapopé, “camino de los remeros” parte de una extensa red de ciudades guaranies, mas de diez, con hasta 3.000 habitantes cada una. Como toda ciudad guaraní Ygapopé esta habitada por una comunidad política, una Tekoha, que a su vez forma parte de la Federación Chandú, El marco político en el cual numerosos jefes territoriales ubicados en las islas del Paraná y Uruguay coordinan sus acciones. Y los habitantes en que sustentan su poder se llaman a si mismos tabiguaras, literalmente “ciudadanos”.

Martin del Barco Centenera que fue testigo y actor de estos hechos nombra al menos cinco ciudades más y a sus jefes, Terú, Maracopá, Taboabá, Cayú y Caytuá entre otros, todos seguidores de Yamandú. No sabemos si estos jefes eran conscientes de los intereses en juego como lo era su líder Yamandú y sus consejeros pero sí sabemos que actuaron conforme a un plan. De esa planificación deliberada son prueba sus acciones, encadenadas de forma lógica para operar en contra de los mancebos de la tierra y sus aliados guaraníes-kario.

Y en el caso de Yamandú no solo fueron acciones, sino también discursos, pues como todo Karaí era un gran orador a sus fieles. La gente deliraba y se arrojaba al suelo a su paso y en las apariciones públicas le tiraban flores y le cantaban. En una ocasión en que los españoles van a secuestrar al hijo del jefe Cayú, Yamandú le llega incluso a pedir que le permita actuar solo, infiltrándose en las filas españolas y viviendo con ellos en el campamento -sin saber que Barco Centenera registrará luego los hechos en sus memorias-, y le pide a Cayú que comunique a sus parientes en Ygapopé que él estaría bien, que cumple su deber con alegría y que recuerde que ya hacía mucho tiempo les había avisado que de lejos vendrían extranjeros motivados por esa “vana fantasía”, que serían tantos que resultaría difícil vencerlos, por más valientes que fueran los chandú y que por tanto, supieran contenerse hasta el momento de actuar. Discurso que Barco de Centenera, quien también hablaba guaraní, tradujo como: »Yo quedo con contento y alegría, así se lo decid a mis parientes. Mirad que mucho ha que yo os decía que habían de venir de lejos gentes. Dejados de esa vana fantasía, mirad que no podéis ser tan valientes que deis cabo de tantos. Sed ya buenos y poned a vuestras almas duros frenos».

Pero ¿En qué consistían estos cambios que solo algunos parecían ver? No podemos estar en su cabeza, sólo son retazos lo que nos ha llegado, pero sí podemos observar la economía, los cambios ecológicos, los registros contables. No hay dudas de que desde principio de siglo la oferta de bienes extra continentales fruto de la presencia cada vez más frecuente de barcos franceses, ingleses portugueses y españoles habían producido una fuerte demanda por parte de las sociedades nativas que desde el principio incorporaron dichos bienes a la circulación existente en el corredor Andes-Río de la Plata. En la isla de Santa Catarina los mburuvichás kario llevaban ya tres generaciones intercambiando fuerza de trabajo y conocimientos locales por herramientas y armas europeas, hoy diríamos intercambiando know how por nuevas tecnologías.

Simultáneamente se estaban produciendo una serie de transformaciones en los ecosistemas físicos y por tanto en la provisión de energías que se extraía de ellos, los cuales eran francamente revolucionarios, se trataba de cambios irreversibles, siendo el más evidente la superpoblación de caballos salvajes, algo nunca visto hasta el momento. Las crónicas concuerdan en que eran tantos que en el horizonte de la inconmensurable llanura pampeana “parecían montañas en movimiento”. Yamandú los veía. Garay también.

El cambio. Los mancebos

Hay que destacar porqué razón estamos en un momento tan importante. En un verdadero punto de inflexión. A Garay le resultaba relativamente fácil sentar en una mesa de conversación a Diciumpéu, uno de los jefes querandí, a Guardiyá de los chaná y a Aguarátin jefe guaraní kario. Pero por el contrario le era muy difícil hacer lo mismo con Yamandú, máximo líder mesiánico chandú o a cualquiera de sus seguidores. Garay tampoco podía acordar con los jefes charrúa, como el gran suaj Zapicán y otros jefes menores que le seguían, estos últimos, no lo hemos dicho aún, erauna especie de punteros políticos con capacidad bélica, cada uno de los cuales representaba a poco más de 100 combatientes, pero que juntos conformaban una poderosa fuerza de choque aliada a los chandú, los cuales se ubicaban en la otra banda del río Paraná, asentados en las actuales cuchillas entrerrianas y uruguayas. Eran los responsables de la muerte de 100 soldados españoles en el combate de San Gabriel.

A pesar de ello, la verdad era que, salvo los seguidores del Karaí Yamandú y del Suaj Zapicán, todos los demás dirigentes nativos del interior estaban a la expectativa, observando la jugada de Garay, de sus mancebos de la tierra y los Kario llegados de Asunción. Pensemos que para las sociedades locales de la época, la presencia de los “mancebos de la tierra” en el territorio donde los chandú hasta ese momento eran hegemónicos fue más rara que hoy en día un fenómeno como el Brexit, más rara que el triunfo de Trump o del “No” en Colombia. De pronto aparecen un montón de jóvenes guaraní parlantes, con lazos familiares entre los guaraníes pero fuertemente armados a la europea, conocen perfectamente el “agujé” el esfuerzo por alcanzar la perfección personal, y clave de la religiosidad guaraní, pero se dicen “cristianos”. Se han venido reproduciendo en Lambaré, que ellos llaman “Asunción”, y ahora vienen a demandar el control del acceso al Río de la Plata y con ello de todo el interior.

Las sociedades tradicionales asentadas a orillas del río o en su pampas aledañas ven unos tipos, que son nativos como ellos, que hablan guaraní como sus madres y conocen las formas de combate indígena: arco, flecha, trampa, logística aborigen, duendes y aliados invisibles en la selva. Pero que a la vez llevan apellidos españoles y manejan las armas europeas a la perfección: caballo, perro, espada, pica, arcabuz, navegación a vela y metalurgia. Son todos jóvenes, no tienen representación política y están dispuestos a ganarla. Y además reclaman la pertenencia a la tierra, no como conquistadores extranjeros sino como parte de la tierra. Y tienen razón, pues de hecho, para el derecho guaraní, el hijo de una madre guaraní, es guaraní pues una palabra-alma se encarnó en él con el primer suspiro, como le sucede a todo guaraní al nacer. Por eso, cuando finalmente atacan e incendian la ciudad de Ygapopé, la ciudad de Yamandú el profeta, los chandú de las islas les gritan:  Dejadnos ya que estamos temerosos y contra vuestras fuerzas no podemos. Y vosotros, sobrinos animosos, a los mancebos dicen: ‘¿Qué os hacemos?“.

Entonces, lo que quieren ver los jefes de pampa y río del interior es comprobar si los mancebos realmente han venido para quedarse. Por eso no solo no se pliegan a Yamandú cuando promueve un levantamiento general, sino que incluso muchos de ellos dan sustento a la recientemente fundada Buenos Aires. La ciudad de los mancebos de la tierra.

 


II Parte

Dando vuelta las cartas del mazo del Río de la Plata

 

¿Porque es tan importante la fundación de Buenos Aires o mejor dicho, de “La Trinidad”, nombre original que se le daba a Buenos Aires en aquella época?

No respondamos a esta pregunta como personas que han nacido 437 años después y saben lo que pasó, sino como quienes veían pasar el gran arreo de caballos llevados por mancebos de la tierra que bajaban desde Asunción rumbo al estuario, al encuentro del bergantín armado desde el que Garay, iba asolando las ciudades guaraníes de la costa.

Quizá la gente común no supiera cuales eran sus intenciones, pero estrategas como Yamandú lo tenían claro, de allí las decisiones que tomó al respecto. Con un poco de información -y Yamandu disponía de ella, pues tenía contactos en Asunción y el Alto Perú- era evidente que Garay había logrado hacer sentar en una mesa primero a los mallkus del altiplano quienes como Ayra de Arriutu o Fernando Ayawiri habían financiado varias expediciones españolas a las tierras bajas del sur. Y segundo que había negociado con los guaranies karios de Asunción que aportaban hombres y logística para “abrir puertas a la tierra”. Pero por el contrario era muy difícil, digamos imposible sentar en una mesa de negociaciones al mismo Yamandú y otros líderes chandules que le seguían. Aunque no a todos, como ya veremos.

Chandules había solo en las islas del Delta y algunos más en las islas del río Uruguay, un poco más arriba. Todos los demás guaraníes se estaban desentendiendo del proceso iniciado por Garay y sus “muchachos” de la tierra. Estos guaraníes no chandules,  compartían el Teko Marangatú, el “modo de ser guarani” pero ya habían pactado con el emergente poder mestizo hispano-criollo que se propagaba desde Asunción a Santa Fe y ahora a Buenos Aires.

Por tanto, el acontecimiento que polarizaba las sociedades de la época entre quienes acompañaban el proyecto de nexo Potosí-Europa y de quienes se oponían a él, era la fundación de Buenos Aires.

Pero esta fundación tiene otra importancia, y es la forma en la que Juan de Garay había llegado a ser el líder de este proyecto, lo cual era algo muy raro. Para que nos entendamos, se trata de un hecho rarísimo, inesperado. Que los líderes locales querandíes o Chaná-Timbu permitiesen a Garay pasar por sus territorios sin atacarlo es prueba de ello. ¿Hay que recordar otra vez lo que le ocurrió a Pedro de Mendoza en la primera fundación?

Entonces, lo que debemos preguntarnos es ¿Qué quieren los mallkus andinos? ¿Qué quieren los jefes querandí? ¿Qué quieren los Chaná-Timbú? Y la respuesta es, ver si Garay hace de nuevo lo que había hecho poco antes, al fundar Santa Fe. Pues fue tan raro implantar en 1573 un enclave como Santa Fe en medio de El Timbú y quedarse. Ganando así una partida a Yamandú el cual se opuso a ello con todas sus fuerzas, sin éxito. Así que hoy todos están, en Junio de 1580, expectantes de ver si es capaz de repetir el asunto. De fundar Buenos Aires y quedarse.

Eso es lo que se juega ahora. Pues fundar un segundo enclave a pocos kilómetros de Ygapopé, la principal ciudad Chandú, significaría que el triunfo logrado en Santa Fe no era una rareza, sino el inicio de un nuevo ciclo. Porque además, si permanece en el tiempo, la pérdida del control de la boca del estuario de Río de la Plata será para Yamadú y los chandú algo terrible, una derrota definitiva. Quizás el fin de una época.

Entonces, estas cartas que vamos a dar vuelta ahora, solo algunas, quizá las más importantes del mazo de cartas que se jugaban en el Parana Guazú, son algo central si queremos entender la política de de la época, para ubicar estos personajes en un contexto y de esa forma develar los juegos de poder subyacentes.

Cualquier similitud que encontremos con el juego de la política actual…no es ninguna coincidencia.

Empecemos.

El mburuvicha Eraán

Una Incógnita

¿Qué pretende Eraán? Es uno de los jefes territoriales guaraníes de las islas y por tanto “paisano” y colaborador de Yamandú. Su lugar natural es formar parte de la Federación Chandú y por tanto ser enemigo activo de Garay. Pero sabemos que va a terminar siendo funcional a Garay, más concretamente se va a aliar personalmente nada menos que con el mismísimo Adelantado Juan de Torres de Vera y Aragón, yerno de la omnipresente  Princesa Inka Leonor Yupanki una de las fortunas que desde Charkas financia toda la operación de “Abrir puertas a la Tierra”. Eraán va a estar presente en el reparto de tierras e indios que hacen los españoles luego de la fundación, aportando no solo su presencia sino la de los miembros de su tekohá, de su comunidad política, como queda reflejado en palabras del mismo Garay cuando manda a escribir ante escribano  en documento público:

“…en presencia de mi, Pedro Fernandez, escribano nombrado para las causas y negocios de la dicha ciudad de La Trinidad, se hace el repartimento en la forma siguiente: Primeramente, al señor Adelantado Juan de Torres de Vera y Aragon a los caciques Francisco y Eraán, guaranies de las islas”

Es un dato no menor que de los 65 líderes que apoyan la fundación, Eraán sea el primero y que lo haga precisamente con el yerno de Leonor Yupanki, futuro fundador de Corrientes. De esta forma, Eraán -junto al mburuvicha “Francisco” notemos el nombre ya españolizado- se presenta como algo nuevo, algo inédito. En alguna medida incluso compitiendo con el mburuvicha Aguaratín uno de los jefes kario venidos de Asunción que llegan acompañando a los mancebos de la tierra.

Observemos en este juego de poder que existe un enfrentamiento interno dentro del mismo mundo guaraní. No es lo mismo ser un kario de Lambaré-Asunción, que como Aguaratín viene pactando con los españoles desde hace años, emparentándose con ellos reconvertidos en Tovajá-cuñado y que llega al Río de la Plata con sus hijos y mujeres, muchas de ellas familiares de los mancebos de la tierra, a colonizar y a quedarse, es decir un colonizador, que ser, como Eraán, un chandú, un jefe local, un isleño que se ha pasado ahora de bando, aliándose a mancebos, karios y españoles, todos foráneos.

En este sentido, tanto Eraán, como Aguaratín vienen a representar los nuevos tiempos que se avecinan, los cambios  en el juego político en el cual los guaraníes van a pasar de ser la fuerza hegemónica a ser aliados de los europeos y construir junto a ellos el nuevo orden colonial. De hecho, -ellos no podían saberlo pero nosotros sí podemos tener esa mirada- en el siglo XVIII serán la principal fuerza militar de la Corona Española, y quienes defenderán el sur de los territorios coloniales españoles frente a los corsarios ingleses.

Pero además Eraán representa el cambio “desde dentro” del mundo chandú y con esto a quien realmente se enfrenta es al Karaí Yamandú, directamente. Estamos entonces frente a una gran interna dentro del mundo guaraní. Por su parte ¿A Garay que le interesa? Que Eraán se enfrente con Yamandu y compita con Aguaratín, esto es, le conviene tener a los guaraníes divididos, aprovechando sus luchas internas. Incluso un acoplamiento entre Eraán y Aguaratín le resultaría complicado a Garay, porque tendría detrás un montón de pequeños jefes territoriales, entre los venidos de Paraguay y Brasil y los locales, lo cual sería un factor difícil de controlar (y esto va a ocurrir posteriormente… pero no nos adelantemos).

 

Suaj Zapicán

El brazo armado de Yamandú

En lengua charrúa un Suaj es un jefe politico-militar pero Zapicán es más que eso, es un gran jefe, un viejo líder de las onduladas cuchillas entrerrianas y uruguayas, reconocido por muchos otros jefes de menor rango. Según las crónicas, capaz de poner en pie de guerra a siete escuadrones con un total de 2.000 combatientes.

Aliados a los chandú, los charrúas seguían en realidad sus propios intereses, que no eran otros que preservar su territorio y ser autónomo, política y económicamente hablando. No tenían enfrentamientos internos como los guaraníes, pues habían desarrollado un modelo social segmentado que, frente a un conflicto, se dividía una y otra vez, sin alterar la autonomía de cada entidad. Eran lo que el antropólogo Pierre Clastres llamaba una Sociedad Sin Estado (así, con mayúsculas). Un modelo donde el poder residía directamente en el parentesco y que a su vez preveía la alianza como estrategia a largo plazo, y la guerra como ritual para impedir el surgimiento del estado.

Las entidades autárquicas charrúa y sus marcas locales, mbiguá, guenóa, bohán, minuán etc. tendían a establecer alianzas con cualquiera siempre que los beneficiaran bajo la única condición de no perder su libertad, por eso negociaban sin problemas con guaraníes, franceses, portugueses y holandeses. En ese momento con españoles no tocaba aliarse, porque los españoles querían instalarse en su territorio. En el momento que nos encontramos, los charrúa fueron los únicos que mantuvieron firme su alianza con Yamandu a lo largo de toda la década. Eran ”la resistencia”. De hecho fueron el brazo armado de los guaraníes cuando Ortiz de Zárate, marido de la Princesa inka Leonor Yupanki y padrino político de Garay llega de España y pretende instalarse en la costa uruguaya. Van a ser los hombres de Zapicán quienes lo atacan y lo echan a la otra banda del río, en el combate de San Gabriel.

El Suaj Zapicán dijimos es un hombre ya mayor, respetado por propios y ajenos. Desde sus territorios apoyará a Yamandú todo el tiempo y atraerá a vivir von él no pocos españoles disgustados con Ortiz de Zárate y luego con Garay, españoles que huyen de Buenos Aires y se radican con los charrúas adoptando su vestimenta y costumbre, inaugurando una ancestral costumbre porteña, cruzar a Uruguay en busca de refugio.

Por haber causado una dura derrota al Adelantado Ortiz de Zárate con más de 100 muertos europeos y para intentar neutralizar su acción, Garay y los mancebos se van a vengar de Zapicán derrotándolo en combate abierto y matando incluso a Abayubá, su sobrino predilecto. Por ello Zapicán no le tenía simpatía a los cristianos y fue siempre fiel aliado de Yamandú, y tampoco ve con buenos ojos a los chandu amigos de españoles como Eraán. Pues si hay algo que los charrúas tienen claro es su fidelidad a la palabra dada y para ellos Yamandú es el representante de la identidad mas clara de lo que sería la resistencia a los invasores venidos del eje Paraguay-Brasil-España.

En el momento que nos encontramos su gente está tranquila en la otra banda del río, más allá del Delta. Pero son siempre una presencia ominosa y temida por los invasores. De hecho, años después, uno de los capitanes de Zapicán, el entrerriano Manuá va a ser quien finalmente asesina a Garay en una isla del Delta, en una operación comando, digitada por Yamandú.

General Juan de Garay

La cara del cambio de ciclo

Garay tiene vida aparte del mazo que estamos develando en el Río de la Plata, porque es una carta que también juega en Asuncion, en Santa Fé y en Charkas. Pero en el Río de la Plata, en Junio de 1580 ¿Garay que desearía? Desearía que Lázaro de Venialvo que lideraba los mancebos de la tierra y que debía trabajar a su servicio fuera más fiable. Porque si de algo era dependiente Garay era de los “muchachos” que le seguían, mestizos de madre guaraní y padre español, primera generación que empuñaba las armas de fuego y sabía andar a caballo, nacidos en América, de doble nacionalidad guaraní-española, gente inestable. Muchos de ellos hoy estaban con Garay y mañana se iban con sus tíos maternos a luchar en su contra (la ascendencia del tío materno es fundamental en la cultura guaraní). Todos eran muy jóvenes, volátiles y buscaban un reconocimiento legal en tierras y títulos acordes a su peso específico. Recordemos que de los 63 vecinos de Buenos Aires, solo 11 eran españoles, el resto eran mancebos de la tierra.

Y Venialvo, inmanejable y a la vez destacado combatiente contra el Suaj Zapicán y los seguidores de Yamandú era uno de los principales líderes de los mancebos. Garay sospechaba que en algún momento Venialvo podía intentar desconocer su autoridad y seguramente entraba en sus preocupaciones previas a la fundación de La Trinidad y puerto de Buenos Aires.

Pero aparte de esto, en lo inmediato, Garay necesita dar un golpe de efecto, que lo muestre a él como el factor del cambio que representa la invasión al Río de la Plata. Por eso quema e incendia Ygapope, la ciudad de Yamandú. Y no hay duda de que logra posicionarse en la mente de los guaraníes como la cara visible de un nuevo ciclo. Barco de Contenera que no lo quería nada, registró sobre papel el análisis realizado por un jefe guaraní sobre el rol de Garay. En un Noongaba o “concilio” en el cual diversos líderes deliberaron sobre intervención española, Tapuy Guazú, uno de los mburuvichás mas viejos dice cuando le toca el turno de palabra: “Antes que nuestras tierras ocupase el español soberbio ya sabíamos que había de perderse nuestro estado y ser de nuevas gentes conquistado y enséñamelo también la experiencia, por ver otras naciones ya sujetas”.

Desde este punto de vista el mensaje que Garay estaba transmitiendo era algo así como: “¡Aquí hay cambio en serio, vean lo que esta ocurriendo en todos lados!” Y los líderes que sostienen lo contrario quedaban “viejos”, atados a un mundo que estaba cambiando. Evidencia de ello era por ejemplo un fenómeno increíble y fuera de lugar que ya hemos citado: la inédita presencia y abundancia de caballos que inundaban la pampa y estaban tan gordos -pues no tenían depredadores- que casi no podían correr.

Eran tantos que según el Padre Lizárraga los chapetones o españoles recién llegados los confundían con montañas en el horizonte. Los nativos americanos estaban estupefactos frente a este cambio tan radical sucedido en tan pocos años -el tiempo de gestación, parición y desarrollo del ganado yeguarizo no suma mas de 5 años y desde Pedro de Mendoza que los dejo abandonados ya habían pasado 40 años-. Así que un fenómeno tan revolucionario como la abundancia de alimentos y movilidad que brindaba el caballo merecía debates que tenían consecuencias políticas evidentes.

En otras palabras. El tiempo jugaba a favor de Garay y los “muchachos” de la tierra. Y había muchos mburuvichás que lo estaba observando.

Mburuvichá Taó Abá

Una situación complicada

De este jefe territorial chandú de las islas del delta tenemos la suerte de tener varias referencias, de distintos documentos de la época. Lo vamos a ver enviado por Yamandú en 1572, atacando junto al charrúa Zapican a Ortiz de Zárate en el combate de San Gabriel, donde el cronista lo describe en medio del combate “…el Taoabá muy crudo carnicero estaba muy sangriento y muy llagado.” Sin embargo años después va a ser uno de los mburvichas de las islas que se alía con Garay y aparece en el reparto de indios donde se lee: “…en cabeza de Alonso Parejo, el cacique Taoaba , guaraní de las islas, con todos los indios sujetos al dicho cacique.”

Y nuevamente, pocos años después va a aparecer otra vez atacando a los invasores pues es quien encabeza el ataque guaraní a la recién fundada Buenos Aires, donde por cierto, va a morir decapitado.

Tenemos la suerte de que Barco de Centenera va a tener ocasión de visitar la ciudad guaraní gobernada por Taoabá, lo que ocurrió a poco de llegar de España, cuando necesitaba comprar comida, pocos días después del combate de San Gabriel. Esto demuestra que los negocios y la guerra no son excluyentes. Transcribimos en forma de prosa el breve relato inserto en el poema épico “La Argentina” por lo ilustrativo de las condiciones de la época:

“Estábamos tan faltos de víveres en la costa uruguaya después del ataque conjunto de charrúas y guaraníes, que Ortiz de Zárate mandó a Rui Díaz Melgarejo a comprar maíz y caza a una localidad guaraní cercana. De la cual sabíamos su existencia por información de Avarory, uno de los guaraníes que habíamos tomado prisionero. Tuve la suerte de acompañarlo en esa jornada y aunque tenia miedo del peligro subí a la carabela con la que cruzamos el río Uruguay. Nos internamos en las islas del Delta y en una de ellas, muy fértil y poblada Avarory nos hace meter por un arroyo tan estrecho que a ambos lados de la embarcación nos rozaban las ramas de los árboles. De pronto salieron a nosotros, impetuosos, unos catorce o quince hombres pintados de rojo y armados con arcos y flechas, demostrando poderío y fuerza. Y entre las ramas de la selva se veían otros, gritando, llenos de plumas de mil colores y tatuajes pintados en su cuerpo. Seguimos internándonos por el brazo del río, empujados por la misma corriente pues no podíamos usar los remos, hasta llegar a una gran casa comunal hecha de paja y juncos, que es el bohío del mburuvicha Taoabá. Nosotros les mostramos nuestra oferta y al verlos empezaron a venir gran cantidad de personas a quienes les vendimos lo nuestro a cambio de comida. Finalizado el intercambio nos invitan a seguir más adelante donde dicen tener más  alimentos pero Cristóbal, un guaraní brasileño que nos acompañaba desde el Yurú Mirí (Camboriú) nos dijo que era una trampa. Que su plan era que nos quedáramos para atacarnos al día siguiente…”

¿Porqué Taoabá, uno de los hombres fuertes de Yamandú, señor de las islas, aparece en tantas situaciones aparentemente contradictorias?. Veamos. Todo el tablero se esta moviendo y algunos jefes territoriales como Eraán ya están “apostando por el cambio” como diríamos ahora. Y teniendo en cuenta que los guaraníes siempre van a donde esta el poder. Todo indica que Taoaba esta en una encrucijada. Eraán le muestra un camino en el que aliándose y comerciando con los invasores se pueden obtener armas, herramientas de hierro y otros bienes muy preciados en la época. Incluso servirse de ellos para mantener su poder hegemónico, por otro lado la opción es enfrentarse a ellos como quiere Yamandú

Entonces ¿Es posible un termino medio? ¿Existe la posibilidad en el escenario del Río de la Plata de estar en medio de la polarización que representa Garay y Yamandú? La respuesta es que sí. Por eso el escenario es tan volátil, porque hay que estar permanentemente viendo donde esta el poder. El gran desafío político que tienen tanto Eraán como Taoabá es ver si es posible situarse en el medio, no como posición definitiva, sino como una estrategia para vislumbrar hacia donde va el poder. Hace mucho que la antropología sabe que para los guaraníes la guerra y los negocios no son incompatibles. Es posible luchar y matar españoles en el combate de San Gabriel como hizo Taoabá y pocos días después armar un mercadillo para intercambiar víveres y prisioneros de guerra por herramientas.

Garay conoce este juego local y estaría dispuesto a darle cualquier cosa a estos jefes territoriales con tal de que no se unan y pongan en peligro su proyecto, pero ¿Como pagarles?

La economía

Una carta impersonal

Garay sabe que en Potosí hay excedentes de oro y plata que están buscando llegar a Europa y que a cambio de ello llegarán todo tipo de manufacturas a América. Esto es al menos lo que dicen en Charkas economistas como Juan de Matienzo, lo que él llama “acrecentar la renta del Rey”. Pero su problema es que, ahora mismo en Santa Fe, no tiene nada que ofrecer. No tiene ni siquiera comida para regalar. Y para todo jefe nativo, la prodigalidad de un líder es fundamental. Recordemos que hasta el mismo Inka debía ser pródigo y generoso para tener seguidores y Garay que viene de los Andes, lo sabe. Así que aquí tenemos que dar vuelta una carta que es impersonal, pero que juega fuerte en el campo político. La economía.

En los líderes políticos nativos de aquella época se podría aplicar un teorema de la política actual en el Río de la Plata, citado por Pagni que podríamos parafrasear adaptado a 1580 de la siguiente forma: “La unidad o división de los guaraníes es directamente proporcional a la concentración del poder, cuanto mas poder es capaz de ejercer un líder, un guerrero o un grupo, más unidad hay entre los que le siguen y más división entre sus adversarios pues son ante todo una cultura del poder”.

Desde principios del siglo XVI esa cultura del poder los llevo a ser la fuerza hegemónica en las tierras bajas, un fenómeno anterior a la invasión europea y vinculado a la adquisición de bienes manufacturados. Cuando los guaraníes atacaban al imperio inka -y lo hacían ininterrumpidamente-  era para volver cargados de herramientas de bronce y artículos suntuarios de plata, de esclavos y tejidos. Luego, cuando los barcos de los comerciantes franceses, ingleses y holandeses empezaron a visitar las costas de Sud America los negocios fueron de uno en uno. Es decir, los mburuvichas se unían para conseguir un objetivo político-económico pero no para comerciar. No hay una liga del comercio guaraní, como si lo hacían por ejemplo los chana-timbu.

Así las cosas, ¿Que tiene para decir Garay frente a esto? Si lo anterior es verdad -y lo es, habida cuenta de los hechos documentados- ¿Que va a ofrecer Garay comercialmente hablando para que los jefes guaraníes comercien, de uno en uno en lugar de unirse contra él?

Pues esto lo vamos a dejar de momento como incógnita porque recién se va a resolver después de octubre, es decir, después de la fundación de Buenos Aires.

Karaí Yamandú

Un mesías fluvial, símbolo de la resistencia

Yamandú era físicamente poderoso, más fuerte y más alto que la media guaraní, poseedor de un carisma y elocuencia fuera de serie, Barco de Centenera que lo conoció bien, al punto de mantener discusiones de filosofía y religión con él, nos cuenta que la gente se arrodillaba a sus pies cuando pasaba mientras le arrojaba pétalos de flores y coreaba su nombre. Algo bastante normal para un profeta y además tengamos en cuenta que Yamandu pertenecía a los Karai, una orden religiosa de carácter a la vez mesiánico y político, cuyos miembros tenían permiso para circular y habitar en cualquiera de las ciudades de las extensas federaciones guaraníes. Aunque hubiera una guerra entre dos comunidades, un Karaí era siempre bien recibido en ambas. Ya fuera esto en el Río de la Plata, en Paraguay, Brasil o Bolivia. Ser karaí era un símbolo de cohesión en la siempre inestable unión pan-guarani. Todas las tekohás, las comunidades políticas, los recibían  con os brazos abiertos, porque eran un canal con los dioses y símbolo de la hegemonía guaraní.

Yamandú estaba muy orgulloso de ello, se llamaba a sí mismo “Sol que alumbra a oriente y occidente” y se preciaba de estar muy bien informado -tenía agentes en Asunción y Brasil- quienes le habrían pasado información sobre la llegada de Ortiz de Zárate y su gente en 1573. Por eso estaba esperando al adelantado cuando llego de Europa y en un plan muy bien diseñado, lo hizo atacar por su aliado Zapicán, para luego presentarse como salvador del vasco acorralado en la isla Martín García. En esa ocasión engañó no solo a Ortiz de Zárate sino al mismo Garay, cosa que luego le harán pagar incendiando su ciudad.

Conocedor de los intereses y formas de pensar de los europeos Yamandú podía vestir a la española y mostrar refinados modales si era necesario. “Cuando el sol aún apenas descubría, un indio caminando por la playa bajaba -relata Barco de Centenera la primera vez que lo vio- el semblante parece de español y de su traje y maneras bien parece que alguna cosa nueva nos ofrece. Desde la playa hizo reverencias y con un sombrero señas a formado con gran placer y continencia. Por señal el vestido representa un sayo de algodón con un sombrero mientras a muchos españoles nombra y menta, por donde su embuste suena a verdadero”.

Y para redondear su perfil agrega “En el Río de la Plata de una y otra parte habita un gran gentío y la tierra firme esta bien poblada, el guaraní es quien manda con gran brío y quien tiene la tierra sujetada y entre ellos Yamandu, el gran hablador que se titula y nombra Emperador. Tan malvado y perro como artero a los indios comarcanos los trae a su opinión  y retortero y como son los indios tan livianos y el pica un poquito de hechicero, donde el pone los pies, ponen las manos, de suerte que si él quiere hacer la guerra, al punto lo veréis juntar la tierra.”

Han pasado siete años desde esa época y Yamandú ha estado muy activo. Ha ido a Asunción donde otro Karaí llamado Overá “El Resplandeciente” esta des-bautizando a los aliados karios cristianizados y liderando una resistencia similar a la que planea Yamandú en Buenos Aires. Ahora bien, conforme algunos mburuvichá de las islas van a ir tomando mayores contactos comerciales con los españoles, Yamandú se radicaliza más y más. Manda a uno de sus mejores hombres, el fiel mburuvicha Terú a que ataque Santa Fe y cuando la llegada de Garay y los mancebos se hace efectiva se reúne con los mburuvichas que lo apoyan, y para decirlo en términos actuales, arma una lista de seguidores que en palabras del cronista son viejos conocidos: “En las islas donde hay  grandes bastimentos y boscaje y de indios guaraníes bien pobladas, el falso Yamandú de mal coraje tiene allí a sus gentes rancheadas. Terú, Añaguazu, Maracopa y en otras mas abajo, Taoabá”.

Así que en vísperas de la fundacion de Buenos Aires, estamos viendo a Yamandú presentándose como símbolo de la resistencia, intentando coordinarse con otros líderes como Overá en Paraguay e incluso de Bolivia pues, aunque no tenemos pruebas de que Yamandú mismo hubiera ido, sabemos que otro líder esta haciendo lo mismo que él pero en Charkas, se trata del muy conocido jefe Yvytapuá recordado por asolar los campos de los hacendados aymaras y engañar a su vez al Virrey Toledo

Pero Yamandú también va intentar sumar a los charrúas de Zapicán y a los minuanos de Caytuá en las islas entrerrianas. ¿Por que hay tantos líderes conectándose, preparándose, en ecosistemas tan distintos e incluso lejanos? Pues porque es la primera vez que la hegemonía guaraní en la zona va a ser cuestionada no por europeos, sino por un mix de peninulares, mestizos hispano-guaraní, guaraníes brasileños y paraguayos y hasta algunos jefes chandules “traidores” (no quería usar la palabra porque no tengo pruebas de que los hayan visto así, pero explica bien la postura en este juego de poder).

Es decir, en cierta medida 1580 marca la primera vez que los guaraníes dejan de ser hegemónicos, que ya no controlan del todo el territorio. Aunque todavía concentran su poderío en las islas que siguen siendo suyas y apelan a los jefes charrúa que gestionan los pastizales ondulados que rodean el Delta.

Claramente entonces vemos que Yamandú en Junio de 1580, en vísperas de la segunda fundacion de Buenos Aires esta conformando una lista de aliados a quienes debe satisfacer, no solo con la palabra, sino también con la prodigalidad del líder benefactor. Y allí es donde vamos a ver que Garay ha diseñado bien su plan, porque para ser pródigo hay que tener almacén y resulta que estamos en Junio, a las puertas del invierno austral y por tanto el eje  económico ciudad-huerto-selva que es la base de la economía guaraní, está en un momento de vacas flacas. Recordemos que la zona es fuertemente estacional y en invierno, época de terribles tormentas, ni se cosecha ni hay mucha caza. Por tanto los líderes no pueden disponer de víveres en abundancia y celebrar sus grandes asados rituales tradicionales, con carne de caza y maíz, tan necesarios para lanzar una campaña guerrera.

Y para rematar la faena, los mancebos al pasar por Ygapope, incendian la ciudad y se llevan toda la comida. Los habitantes, niños y mujeres incluidos cruzan el río Luján y se internan en las islas de enfrente. “¿Porque nos atacan?” -les gritan a los mancebos- “¡Si son nuestros sobrinos!”. Tres gigantescas casas colectivas quedan abandonadas y los mancebos las llenan con víveres, y si recordamos que en cada casa colectiva podían vivir hasta 500 personas, bien podemos imaginar la cantidad de comida de la que estamos hablando.

Este es un golpe terrible en la estrategia de Yamandú, pues le quita una herramienta política de primera magnitud. El Don, la capacidad de redistribuir, de ser benefactor como apoyo práctico de un mesías que augura un siempre pendiente tiempo mejor, la venida del Yvy Maraey, la tierra sin mal.

Lamentablemente para Yamandú, Garay conoce su punto débil y se lleva todo a Buenos Aires. Así las cosas, en Buenos Aires se concentra todo el mal. No queda mas remedio que atacarla e incendiarla y si todo falla, matar al vasco. 

Jose Luis Picciuolo Valls

 Paraná, Octubre de 2017

 


Comentarios Bibliográficos

  • En palabras del Filósofo Enrique Dussel, “Yo pienso la filosofía política desde los pueblos originarios cuando dicen “Ante nosotros los que mandan, mandan, mandando” o “Yo ejerzo un poder obediencial” véase la conferencia magistral de Enrique Dussel en el Coloquio de Filosofías de los pueblos originarios en nuestra América, titulada: “La política de los pueblos originarios en nuestra América”, moderó: el Dr. Miguel Hernández Díaz, en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, auditorio Javier Romero, miércoles 13 de mayo de 2015, a las 12:00 horas. Coloquio coordinado por Miguel Hernández Díaz y José Carlos Buenaventura. Conferencia publicada en You Tube, minuto 08:00.  https://www.youtube.com/watch?v=25tRtSnsvms

 

 

  • La idea de Confederación Charka es utilizada por la mayoría de los historiadores de las sociedades andinas centrados en los siglos XV y XVI. Algunos se refieren a ella como «Confederación Aymara» generalmente cuando sus análisis son mas generales. Otros  estudios más específicos se centran en alguno de los componentes de la confederacion, como es el caso de las federaciones yampara o la federación qara qara. Los autores que sobre este tema hemos consultado son:
    • Ricardo Cavalcanti Schiel. «Porque los tarabuco no son descendientes de los yampara»- 2008. In: Anuario de Estudios Bolivianos, Archivísticos y Bibliográficos del Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia vol. 14: 99-141. (Sucre, Bolivia: Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia/Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia). >> Leer
    • Rodolfo A. Raffino, Christian Vitry, Diego Gobbo, «Inkas y Chichas, identidad, transformación y una cuestión fronteriza», Boletín de Arqueología PUCP, No 8, 247-265. ISSN: 1029-2004. Perú. >> Leer
    • Paula C. Zagalsky. “Nuevas preguntas sobre una antigua federación aymara. Algunos aportes en torno a la Federación Qharaqhara (Charcas, siglo XVI)”. Surandino Monográfico, segunda sección del Prohal Monográfico, Vol. II, Nro. 2 (Buenos Aires 2012). ISSN 1851-90914 >> Leer
    • Margarita Gentile. «Objetos prehispánicos legados en testamentos de indios». Revista Aequitas, Volumen 2, Pags. 9-43. Museo de La Plata. >> Leer
    • Tom D. Dillehay y Patricia Netherly. «La frontera del estado inka»Fundacion Humboldt. Ed. Abya Yala. Quito 1998. >> Leer
    • Tristan Platt, Thérèse Bouysse-Cassagne, Olivia Harris. Qaraqara-Charka Mallku, Inka y Rey en la provincia de Charcas (siglos XV-XVII). Historia antropológica de una confederación aymara. >> Leer
    • Guillermina Oliveto y Beatriz Ventura. «Dinamicas poblacionales d elos valles del sur de bolivia y argentina siglo XVI» Población y Sociedad No 16, 2009, pp. 119-150. CONICET-Universidad de Buenos Aires. Instituto de Arqueología. >> Leer
  • Sobre el papel de la Gente del Avestruz es decir, los Juríes o Lule-Tonocote, como articuladores entre los andes y las tierras bajas  hemos consultado:
    • Guillermina Oliveto. «De mitmaqkuna incaicos en Tarija a reducidos en La Plata. Tras las huellas de los moyos moyos y su derrotero colonial». Programa de Historia de América Latina (PROHAL) Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires

Fuentes

  • Juan de Betanzos, «Suma y narracion de los Incas, que los indios llamaron Capaccuna, que fueron señores de la ciudad del Cuzco y de todo lo á ella subjeto» Collection Gutenberg. 1576. >> Se puede descargar aquí.

 

Notas bibliográficas

  1. Para saber más leer – Picciuolo Valls, Jose Luis. INKAS, BANQUEROS ALEMANES Y UN INFORME CHARRUA.Viejos negocios en América Latina. Publicado en Antropología Politica.com 2017. 
  2. Dibujo realizado por el inka yarowillka Felipe Huaman Poma en 1580 donde se ve a españoles reconociendo al inka, mientras los oficios de un traductor. Detrás del inka se observan funcionarios de gobierno del TawantinsuyuImagen de Biografías y Vidas.com
  3. Por ejemplo, en abril de 1541 el Veedor Cabrera esta viviendo en una “casa fuerte” dentro de la ciudad guaraní de Lambaré a la que los españoles llaman Asunción. Cabrera, que es consiente de su inferioridad frente a los jefes políticos de la ciudad Mburuvichás Atambané y Guaray, escribe al Capitán Irala que en ese momento se halla acampado en el puerto de Buenos Aires:

    “…para los conservar y thener syguros en nuestra amystad (a los guaraníes) nos convyene y es muy necesario hazer guerra a los yndios que son sus enemygos y nuestros, lo qual no se podra hazer de manera que lo podamos acabar con la Reputacion que nos convyene porque syendo nosotros pocos por nos divydir e apartar por dexar gente en este puerto no seremos parte para hazer ny cometer nyngun negocio grande donde claro se los manyfestara thener temor, el qual les dara atrevymiento e causa para nos thener en poco o como no les demos guerra contra aquellos a quyen ellos tyenen por enemygos y desean destruyr ynmediatamente volveran las armas y guerra contra nosotros por pensar que como gente poco poderosa nos podran acabar y echar de la tierra.”

    Para saber más véase – Picciuolo Valls, Jose Luis «Guaraníes contra inkas. El ataque de las tierras bajas«, en Historia de Latinoamerica.com 2016

  4. Dice Ângela Maria de Moraes Bertho en su tesis doctoral “Os Índios Guarani da Serra do Tabuleiro e a Conservação da Natureza”,   Essomericq, como chamavam os normandos, o filho do cacique carijó Arosca, que segundo Almeida Nogueira (apud PERRONE MOISÉS, 1996, p. 56-57) poderia ser Icá-miri, nunca voltou. Tendo adoecido durante a travessia do Atlântico, foi batizado como recurso para salvar-lhe a alma e recebeu o nome do capitão. Casou-se com uma sobrinha de Goneville, que sem filhos, o fez seu herdeiro. Essomeriq tornouse nobre e deixou numerosa descendência, entre os quais dois clérigos, sendo um deles também diplomata que acalentava o sonho de vir em missão evangelizadora à terra de seu ascendente índio.
  5. Este documento lo puedes encontrar en el Archivo del Departamento de Estudios Etnográficos y Coloniales de Santa Fe. Escrituras Públicas, t. 54 f. 253 fue citado por Agustín ZAPATA GOLLÁN en “Indios y encomenderos”. Investigaciones y Ensayos n° 33, ANH. Buenos Aires, 1982, pág. 385. Nosotros lo hems recogido en el texto «EL TRABAJO INDÍGENA DURANTE 33 EL PERÍODO HISPÁNICO» de Gabriel Rocca Mones-Ruiz, publicado en la Revista Cruz del Sur N° 1 Pg. 22.  1° de Noviembre de 2011. Si te interesa puedes descargar una versión digital en l seccion Bibliografía & Fuentes de nuestro blog http://historiadelatinoamerica.com
  6. Véase «Libro de Repartimento» del Cabildo de la Ciudad de Buenos Aires, Noviembre 2 de 1602, Libro mº 25. Foja 32. Publicado en «Fundación de la ciudad de buenos aires y otros documentos de la época, Juan de Garay, Biblioteca Virtual. 2003.
  7. En este enlace puedes leer todo el Repartimento.  Juan de Garay. Fundacion de Buenos Aires  
  8. Inprecindible leer el Canto Décimo Tercero de «La Argentina» de Martín Barco de Centenera 
  9. Son muchos los investigadores que acuerdan en utilizar este concepto en la actualidad, por citar solo los que hemos consultado para este trabajo: Ricardo Cavalcanti SchielRodolfo A. Raffino, Christian Vitry, Diego GobboPaula C. Zagalsky y por supuesto a Tristan Platt (de este ultimo recomendamos especialmente leer la p. 24 de Qaraqara-Charka Mallku, Inka y Rey en la provincia de Charcas (siglos XV-XVII)
  10. Véase «Qaraqara-Charka Mallku, Inka y Rey en la provincia de Charcas (siglos XV-XVII)», Tristan Platt. Pag. 64, dice «Otra subdivision corresponde a las “siete naciones” constituidas por cinco señorios “civilizados” y tres (sic) grupos “de arco y flecha”. Ya hemos mencionado que dentro del grupo de los “civilizados” existía una distincion jerarquica entre los “ovejeros”, tales como los Killaka y los Karanqa, y los “señores y gentes soldados de guerra”, tales como los Qaraqara y los Charka.
  11.  Qaraqara-Charka Mallku, Inka y Rey en la provincia de Charcas (siglos XV-XVII), Tristan Platt. Pag. 828
  12. Véase «Dinamicas poblacionales de los valles del sur de bolivia y argentina siglo XVI» de Guillermina Oliveto y Beatriz Ventura, sobre todo Pags. 8 y 28
  13. Véase Isabel Castro Olañeta «La Numeración de los indios del partido del Río Salado. Santiago del Estero, 1607. Encomiendas y servicio personal«, Corpus. Vol 3, No 2 | 2013 : Julio / Diciembre 2013. Cita en el acápite 47. 
  14. Juan de Betanzos, «Suma y narracion de los Incas, que los indios llamaron Capaccuna, que fueron señores de la ciudad del Cuzco y de todo lo á ella subjeto» Collection Gutenberg. 1576. >> Se puede descargar aquí.
  15. Tomado de «Chiriguanos: la construcción de un estereotipo en la política colonizadora del sur andino» de Guillermina Oliveto, Mem. am. n.18-2 Ciudad Autónoma de Buenos Aires ene./jun. 2010 >> Leer  
  16.   Aqui hay que leer a la Dra. Guillermina Oliveto en su «De mitmaqkuna incaicos en Tarija a reducidos en La Plata. Tras las huellas de los moyos moyos y su derrotero colonial». Programa de Historia de America Latina (PROHAL) Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani” Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires. Sobre todo Pga 5 y 10.
  17.  Cuadro de la Escuela Cuzqueña, 1718. Museo Pedro Osma, Lima, Peru. (Detalle).
  18.   Para la negociación del Potosí a cambio de la neutralización del clan Pizarro por parte de Manqu Qhapaq véase «Inka, Mallku y Rey» de Tristan Platt y para la presencia de inkas en España véase INDIOS NOBLES Y CACIQUES EN LA CORTE REAL ESPAÑOLA, SIGLO XVI. de Esteban Mira Caballos y Mariano Barbacid. Temas Americanistas Nº 16. 2003 P.15 .